FALSOS POSITIVOS" O LA BARBARIE
COMO HECHOS DE VICTORIA MILITAR
COMO HECHOS DE VICTORIA MILITAR
Por: Marcela G.
"El destino del Ejército es guarnecer la frontera.
Dios nos preserve,
De que vuelva sus armas contra los ciudadanos"
Simón Bolívar.
Me parece que más allá de ver cuántos militares y quienes fueron los destituidos de sus cargos en el remezón del gobierno por las llamadas "ejecuciones extrajudiciales" realizadas por miembros del ejército colombiano, hay que ver estos casos como parte de la estrategia global en el combate al llamado "terrorismo" que se implementó a partir del 11 de Septiembre de 2001 cuando el ataque a las torres gemelas en Nueva York, y sus inicios se enmarcan en la política de la Teoría de la Seguridad Nacional y de guerra de baja intensidad, elaborada y aplicada por el imperialismo norteamericano después de la segunda guerra mundial (1939 - 1945), cuando las guerras libradas entre las dos grandes potencias cambia de escenario y se empieza a desarrollar por los Estados en contra de los pueblos, con el pretexto de combatir el "enemigo interno". Es una invención de Washington para obligar a los ejércitos y gobiernos bajo su órbita a que apliquen sus políticas imperiales, especialmente contra los pueblos que estén desarrollando procesos de soberanía nacional y de resistencia, aplicando la sentencia de que "quien no está conmigo, está contra mí" Los crímenes de estado que se han presentado en varias regiones del país son la práctica normal del terrorismo del Estado colombiano, por eso el gobierno hizo caso omiso a las denuncias hechas por Misael Frunling representante de la ONU en Colombia, quien en 2003 denunció que algo grave estaba pasando con el ejército colombiano. En el 2006 cuando el coronel Santiago Herrera era comandante de la XV brigada móvil en Ocaña, Norte de Santander, un subalterno suyo lo denunció ante la procuraduría por las atrocidades que venían cometiendo las tropas bajo su mando, casualmente se dijo que era una de la regiones del país en donde más "bajas" había causado el ejército a su adversario. De premio, el coronel fue traslado a Bogotá como militar ejemplar.
El caso de la desaparición de 26 jóvenes de Soacha quienes luego fueron asesinados por el ejército, es
apenas la punta del iceberg de una cantidad de desapariciones y crímenes cometidos bajo el amparo de la "Seguridad Democrática" del Presidente Álvaro Uribe, y es la continuidad de toda una racha que viene de hace rato con variadas modalidades, una de ellas es la desaparición de jóvenes en un lugar y luego aparecen como "bajas enemigas" en otro; son muchachos que viven en la miseria y ante el primer ofrecimiento de un buen trabajo y buen pago se dejan ilusionar por desconocidos que normalmente son
Acciones como las protestas, las manifestaciones pacíficas, la expresión libre de las ideas, e incluso la rebelión, han sido consagradas como derechos de la humanidad por las sociedades liberales-burguesas desde antes del siglo XIX.
En la misma Colombia muchos de estos derechos quedaron incluidos e n l a constitución política que rige al país desde 1991. Sin embargo, la tradición auto-justificatoria de la violencia criminal y la doble moral propia del judeocristianismo que han caracterizado a la clase gobernante hija del santanderismo, muestra de su miopía política y estirpe retardataria, les ha servido para señalar, estigmatizar y arremeter de la manera mas atroz contra todo tipo de voz discordante a la tonalidad oficialista, sea esta revolucionaria, progresista, democrática o tan siquiera reformista; motivo por el cual el avance de la sociedad colombiana hacia un estadio de verdadera democracia se ha visto siempre truncado.
Justo como el Libertador lo anunciara meses antes de su muerte, la inmensa avaricia que carcomía a los caudillos y leguleyos de provincia que se hallaban aposentados en el poder tras su "retiro" indigno de la Presidencia, conduciría a la Gran Colombia hacia la total anarquía y la desmembración violenta como fruto de su ciega y egoísta voracidad.
Así transcurrió nuestro siglo XIX hasta 1902, entre guerras civiles que finalizarían con la llamada "guerra de los mil días", todas promovidas por los demagogos, retrógrados y conspiradores pro-imperialistas como Santander, Obando, López, Mosquera, etc., y de entre quienes surgieron tanto el partido liberal como el conservador (pues como algunos historiadores comentan, la única diferencia existente entre estos partidos es que a la hora de la muerte unos tienen remordimientos y otros no), y a los cuales les debemos casi dos siglos de guerra, sangre, pobreza, hambre, saqueo y explotación.
Esta fue la hora primera que demarcó el futuro de nuestro pueblo en tanto sean estos sus dirigentes y gobernantes; a partir de este momento la utilización del pueblo como carne de cañón para guarecer sus intereses de grupo ha sido el pan de cada día, y ha sido la puesta de estos intereses como el objetivo último de toda la Nación la excusa para aniquilar todo intento autónomo del pueblo para definir su propio camino. A esta estrategia macabra no han escapado ni campesinos, quienes desde los inicios de la República han padecido el desplazamiento y el terrorismo estatal; ni obreros, a quienes cuando apenas nacían como clase el Estado los "bautizó" con la masacre de las bananeras el 6 de diciembre de 1928; y mucho menos la juventud rebelde que en todas las épocas ha acompañado de manera valerosa nuestras luchas populares por mejores condiciones de vida.
"El destino del Ejército es guarnecer la frontera.
Dios nos preserve,
De que vuelva sus armas contra los ciudadanos"
Simón Bolívar.
Me parece que más allá de ver cuántos militares y quienes fueron los destituidos de sus cargos en el remezón del gobierno por las llamadas "ejecuciones extrajudiciales" realizadas por miembros del ejército colombiano, hay que ver estos casos como parte de la estrategia global en el combate al llamado "terrorismo" que se implementó a partir del 11 de Septiembre de 2001 cuando el ataque a las torres gemelas en Nueva York, y sus inicios se enmarcan en la política de la Teoría de la Seguridad Nacional y de guerra de baja intensidad, elaborada y aplicada por el imperialismo norteamericano después de la segunda guerra mundial (1939 - 1945), cuando las guerras libradas entre las dos grandes potencias cambia de escenario y se empieza a desarrollar por los Estados en contra de los pueblos, con el pretexto de combatir el "enemigo interno". Es una invención de Washington para obligar a los ejércitos y gobiernos bajo su órbita a que apliquen sus políticas imperiales, especialmente contra los pueblos que estén desarrollando procesos de soberanía nacional y de resistencia, aplicando la sentencia de que "quien no está conmigo, está contra mí" Los crímenes de estado que se han presentado en varias regiones del país son la práctica normal del terrorismo del Estado colombiano, por eso el gobierno hizo caso omiso a las denuncias hechas por Misael Frunling representante de la ONU en Colombia, quien en 2003 denunció que algo grave estaba pasando con el ejército colombiano. En el 2006 cuando el coronel Santiago Herrera era comandante de la XV brigada móvil en Ocaña, Norte de Santander, un subalterno suyo lo denunció ante la procuraduría por las atrocidades que venían cometiendo las tropas bajo su mando, casualmente se dijo que era una de la regiones del país en donde más "bajas" había causado el ejército a su adversario. De premio, el coronel fue traslado a Bogotá como militar ejemplar.
El caso de la desaparición de 26 jóvenes de Soacha quienes luego fueron asesinados por el ejército, es
apenas la punta del iceberg de una cantidad de desapariciones y crímenes cometidos bajo el amparo de la "Seguridad Democrática" del Presidente Álvaro Uribe, y es la continuidad de toda una racha que viene de hace rato con variadas modalidades, una de ellas es la desaparición de jóvenes en un lugar y luego aparecen como "bajas enemigas" en otro; son muchachos que viven en la miseria y ante el primer ofrecimiento de un buen trabajo y buen pago se dejan ilusionar por desconocidos que normalmente son
Acciones como las protestas, las manifestaciones pacíficas, la expresión libre de las ideas, e incluso la rebelión, han sido consagradas como derechos de la humanidad por las sociedades liberales-burguesas desde antes del siglo XIX.
En la misma Colombia muchos de estos derechos quedaron incluidos e n l a constitución política que rige al país desde 1991. Sin embargo, la tradición auto-justificatoria de la violencia criminal y la doble moral propia del judeocristianismo que han caracterizado a la clase gobernante hija del santanderismo, muestra de su miopía política y estirpe retardataria, les ha servido para señalar, estigmatizar y arremeter de la manera mas atroz contra todo tipo de voz discordante a la tonalidad oficialista, sea esta revolucionaria, progresista, democrática o tan siquiera reformista; motivo por el cual el avance de la sociedad colombiana hacia un estadio de verdadera democracia se ha visto siempre truncado.
Justo como el Libertador lo anunciara meses antes de su muerte, la inmensa avaricia que carcomía a los caudillos y leguleyos de provincia que se hallaban aposentados en el poder tras su "retiro" indigno de la Presidencia, conduciría a la Gran Colombia hacia la total anarquía y la desmembración violenta como fruto de su ciega y egoísta voracidad.
Así transcurrió nuestro siglo XIX hasta 1902, entre guerras civiles que finalizarían con la llamada "guerra de los mil días", todas promovidas por los demagogos, retrógrados y conspiradores pro-imperialistas como Santander, Obando, López, Mosquera, etc., y de entre quienes surgieron tanto el partido liberal como el conservador (pues como algunos historiadores comentan, la única diferencia existente entre estos partidos es que a la hora de la muerte unos tienen remordimientos y otros no), y a los cuales les debemos casi dos siglos de guerra, sangre, pobreza, hambre, saqueo y explotación.
Esta fue la hora primera que demarcó el futuro de nuestro pueblo en tanto sean estos sus dirigentes y gobernantes; a partir de este momento la utilización del pueblo como carne de cañón para guarecer sus intereses de grupo ha sido el pan de cada día, y ha sido la puesta de estos intereses como el objetivo último de toda la Nación la excusa para aniquilar todo intento autónomo del pueblo para definir su propio camino. A esta estrategia macabra no han escapado ni campesinos, quienes desde los inicios de la República han padecido el desplazamiento y el terrorismo estatal; ni obreros, a quienes cuando apenas nacían como clase el Estado los "bautizó" con la masacre de las bananeras el 6 de diciembre de 1928; y mucho menos la juventud rebelde que en todas las épocas ha acompañado de manera valerosa nuestras luchas populares por mejores condiciones de vida.
tomado de Revista "Resistencia Internacional" Enero 2009
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