Primera parte
tomado del libro
Manuel Marulanda Velez
el Heroe Insurgente de la Colombia de Bolivar Manuel Marulanda Vélez
El héroe insurgente de la Colombia de Bolívar
Publicado por: Agencia Bolivariana de prensa, ABP
Comandante Manuel Marulanda Vélez: ¡Juramos vencer!
Cuando hace 60 años, la oligarquía desató la guerra fratricida en nuestro país a través del terrorismo oficial y los odios partidistas buscando cambios en la tenencia de la tierra y la recomposición del poder político, desestimó la enorme capacidad de resistencia de nuestro pueblo y las colosales dimensiones de su dignidad.
Al igual que centenares de miles de campesinos, Pedro Antonio Marín fue perseguido desde entonces por el gobierno y los sicarios paramilitares de la época, obligado a abandonar su sosiego, trabajo y pertenencias y luego, a defenderse para sobrevivir a la barbarie oficial en aciago episodio de nuestra historia nacional que costó la vida a cerca de 300 mil compatriotas y propició el despojo impune de millones de hectáreas de tierras fértiles que pasaron a manos de poderosos jefes liberales y conservadores de todo el país.
Desde entonces, merced a su liderazgo y enormes capacidades político-militares, quien luego se llamaría Manuel Marulanda Vélez en homenaje al líder sindical asesinado, fue asimilando su experiencia militar y desarrollando una visión del mundo revolucionaria y comunista que le permitió comprender cabalmente las profundas causas económicas, sociales y políticas no solo de su propia situación personal sino de los profundos desequilibrios, violencias e injusticias de nuestra sociedad. Cuando en 1964, la oligarquía lanza en el Sur del Tolima una nueva y criminal ofensiva militar contra el campesinado denominada Plan Laso, bajo la abierta dirección del pentágono norteamericano, Manuel Marulanda Vélez junto a 47 campesinos, luego de innumerables gestiones políticas por la paz que no fueron atendidas, se levanta en armas para enfrentar la agresión e ir al fondo de la solución: luchar por el poder político y sentar las bases de una sociedad con justicia social en marcha al socialismo. Si Washington y la oligarquía no permiten la lucha revolucionaria por las vías democráticas entonces optamos por esa única opción posible y nacen las FARC!
Inigualable estratega, conductor genial, guerrero invencible, líder invicto de mil batallas políticas y militares libradas durante 60 años de brega reivindicando los derechos de los pobres y enfrentando las violencias de los poderosos, revolucionario integral que asimiló la teoría de los grandes pensadores fundiéndola con las verdades que extrajo a la vida en su práctica diaria, forjándose como uno de los más destacados dirigentes revolucionarios de todos los tiempos.
La humanidad no tiene antecedentes de un líder de las condiciones de Manuel Marulanda Vélez que haya luchado ininterrumpidamente 60 años, desde la oposición armada, y salido indemne y fortalecido luego de inmensos operativos militares de arrasamiento como el Plan Laso en Marquetalia, la operación Sonora en la Cordillera Central, la operación Casa Verde, operación Destructor 1 y Destructor 2, Plan Patriota, Plan Colombia, e indemne y fortalecido también, luego de confrontaciones políticas de carácter estratégico como las desarrolladas en los procesos de conversaciones con el Estado colombiano en Casa Verde, Caracas, México y en el Yarí que pretendieron el sometimiento de la voluntad política y de lucha de las FARC sin ningún cambio en las estructuras de la sociedad ni en las correlaciones del poder político. En unas y en otras confrontaciones nuestro comandante evidenció su sabiduría y su capacidad para salir siempre airoso por muy adversas y difíciles que fuesen las tormentas y los peligros y nos señalizó la ruta.
Con inmenso pesar informamos que nuestro comandante en jefe Manuel Marulanda Vélez, murió el pasado 26 de marzo como consecuencia de un infarto cardiaco, en brazos de su compañera y rodeado de su guardia personal y de todas las unidades que conformaban su seguridad, luego de una breve enfermedad. Le hemos rendido los honores que merece un conductor de su dimensión y dado honrosa sepultura. Lo despedimos físicamente en nombre de los miles y miles de guerrilleros farianos y milicianos bolivarianos y de los millones de colombianos y ciudadanos del mundo que lo valoran, admiran y aman por encima de la asquerosa campaña mediática contra las FARC. A todos ellos y a sus familiares les hacemos llegar nuestra solidaridad y nuestra voz de condolencia.
Se ha marchado el gran líder y de sus inagotables enseñanzas que nos maduraron en todos estos años a su lado, hoy, en medio de nuestro dolor, queremos resaltar por su vigencia y gran valor su profunda confianza en nuestros principios revolucionarios, planes, propuestas y en la victoria de la causa popular; la templanza para enfrentar las dificultades; y la esencial importancia que significa la sólida unidad interna que nos ha permitido desarrollarnos con vigor en todos los momentos de nuestra existencia. En medio de la más grande ofensiva reaccionaria contra organización revolucionaria alguna en la historia de Latinoamérica, continuaremos nuestras tareas acorde con los planes aprobados, sólidamente unidos y profundamente optimistas de salir avante pese a la adversidad.
Con las banderas de Bolívar, de Jacobo y de Manuel muy en alto, proseguiremos sin descanso nuestra lucha hasta lograr el objetivo de la Nueva Colombia, la Patria Grande latinoamericana y el socialismo.
¡Lo juramos ante la tumba de nuestro comandante! La confrontación ni da respiro y la lucha prosigue. Acordamos unánimemente que a la cabeza del Secretariado y como nuevo comandante del EMC esté el camarada Alfonso Cano. Como integrante pleno del Secretariado ingrese el camarada Pablo Catatumbo y suplentes los camaradas Bertulfo Álvarez y Pastor Alape. Continuaremos alentando la lucha popular, la conformación del Movimiento Bolivariano por la nueva Colombia y del Partido Comunista Clandestino, así como la convergencia con todos aquellos que luchen por la justicia social, la soberanía nacional y la democracia verdadera. Toda la fuerza fariana continuará profundamente comprometida en cada área y en todo el país a sacar adelante los planes, estrechamente vinculada a la población civil como garantía del éxito. Nuestras propuestas al rededor de los acuerdos humanitarios y las salidas políticas continúan vigentes tal cual lo hemos reiterado en múltiples ocasiones así como aquellas expuestas tanto en el Manifiesto como en La Plataforma Bolivariana lanzadas desde estas cordilleras serán confluencia y generarán esfuerzo mancomunado por lograr la paz democrática y el sosiego que nos robó la oligarquía desde hace 60 años.
Al conmemorar el 44 aniversario de las FARC, le rendimos sentido homenaje a nuestro comandante Manuel Marulanda Vélez, a Jacobo, a Raúl, a Iván Ríos, a Efraín Guzmán y a todos aquellos que generosamente dedicaron y ofrendaron su vida a la causa de los pobres, sin pedir nada a cambio, tan solo por su intima convicción de buscar el bien común como característica de su compromiso revolucionario. ¡Comandante Manuel Marulanda Vélez: morir por el pueblo, es vivir para siempre! ¡Ante el altar de la patria: juramos vencer!
Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP Montañas de Colombia, Mayo 27 del 2008.
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejercito del Pueblo
FARC-EP
El comandante Manuel, el legendario guerrillero, el héroe insurgente de la Colombia de Bolívar, el adalid y esperanza inapagable de los humildes y los justos, libra ahora su estelar combate por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo desde las montañas rebeldes de la eternidad. Allí, en su trashumante cuartel de la montaña, a las 18:20 horas, fuertemente abrazado por el inmenso amor de Sandra su compañera, rodeado de sus recios guerrilleros de la Columna Isaías Pardo y de sus valientes oficiales se fue con el sol del 26 de marzo, sólo para volver en la alborada del siguiente día irradiando con más luz su invencible estrategia justiciera. Sesenta años atrás, en aquella mañana del 9 de abril, el joven Pedro Antonio Marín con sus tres mulas cargadas y sus casi 18 años, llegaba al caserío de Ceilán sobre uno de los pliegues de la Cordillera Central. Habló brevemente con su tío Ángel, fervoroso dirigente gaitanista, y luego de un recorrido por la calle principal dirige sus pasos hacia los billares. Observaba con asombro el trazo geométrico impecable de una tacada a tres bandas cuando estalló la noticia en la radio: ¡Mataron a Gaitán, mataron a Gaitán!, noticia que estremeció la historia de Colombia y cuyos desarrollos posteriores abrieron profundas heridas que aún no sanan y le duelen a la patria.
Pedro Antonio Marín, que más tarde tomara como nombre de guerra por la paz, el de Manuel Marulanda Vélez, nació en 1930 en Génova (Quindío), un alargado pueblo de colonos sitiado por colinas, a orillas del río San Juan. Era el mayor de los cinco vástagos de Rosa Delia y Pedro Pablo. Creció entre aromas de café y de molienda en los cañaverales, entre cosechas diluviales de maíz y fríjol cargamanto, entre gritos de arriería y la persuasiva voz de su maestra en el Alto del Rosario y en Ceilán. De su tío Ángel tomó argumentos políticos, y del tío José de Jesús, el arte de la esgrima. Trece años tenía cuando salió de su casa en busca de fortuna. Fue agricultor, aserrador, ingeniero de caminos, constructor de casas, expendedor de carne, vendedor de dulces, panadero, contratista, mayordomo y dueño de almacén de pueblo. Fue de todo… bailó “la múcura” y “la araña pelúa”, y solía pegar en el negro chal de las noches montañeras los radiantes luceros de sus melodías extraídos como por raro virtuosismo de un viejo violín. Obligado por la violencia del Estado tuvo que cambiar la cadencia de sus acordes por la cadencia de fuego de un fusil. Toda su familia era liberal. En su discurso el tío Ángel propagaba que “Gaitán es un hombre de nosotros”. Los liberales del pueblo tenían fe en el triunfo electoral de las ideas de Gaitán, que desde las plazas públicas llamaba a la carga contra las oligarquías. Tristeza y rabia era el sentimiento mezclado ante el asesinato del caudillo. Acicateados por el dolor salieron a las calles armados de machetes, de palos, escopetas y hasta piedras, pero el barco de su furia no tenía timonel, porque la Dirección Nacional Liberal asustada por el desborde popular y la dictadura goda, ni dirigía ni sugería nada. Prefirieron abandonar el puesto de mando para refugiarse cobardemente en el exilio. El futuro Manuel de la leyenda fue testigo de la trifulca inicial entre liberales y conservadores a piedra y a peinilla, a disparos y puñaladas, en la plaza de El Dovio, donde corrió profusamente la sangre de los muertos y de los heridos. Muy pronto aparecieron los “pájaros” apoyados por la policía y el gobierno. Se distinguían por su sombrero de ala caída y el trapo azul de su partido amarrado al cuello; desalmados jefecillos conservadores armados hasta los dientes matando liberales y comunistas bajo la desconcertante consigna de ¡Viva Cristo Rey, mueran los “cachiporros”! Y entre bambalinas, los curas. Su más tenebroso jefe, León María Lozano alias el Cóndor, accionaba la guadaña de la muerte a través de sus lugartenientes Chimbilá, Lamparilla, Pájaro Azul, Pájaro Negro y toda una legión de pájaros salidos del infierno. Reforzados por la policía y el ejército recorrían los campos sembrándolos de muerte y desolación. Las noches del terror fueron iluminadas con el incendio de los pueblos liberales. Volquetadas de muertos eran arrojados a los afluentes del río Cauca, y todos ellos arrastraban los cadáveres flotantes, como en la pintura triste del maestro Botero.
La muerte corretea a Pedro Antonio. La violencia de los “pájaros” del gobierno conservador de Ospina Pérez lo espera en los caminos, lo asedia en los poblados. Cuando atacaron La Primavera reduciéndola a cenizas humeantes tuvo que huir hacia el río Cauca, pero la zozobra allí era peor. Resuelve entonces regresar a Ceilán donde toma parte activa en la defensa del pueblo, en la práctica cercado por la chusma de El Cóndor. Una mañana apareció sobre el incierto cielo de Ceilán una avioneta lanzando hojas volantes que cayeron sobre los techos de las casas y en las calles. Los papeles decían que el pueblo no sería atacado y que el problema era solamente con los “nueve abrileños gaitanistas”; que no había que temer. Muchos se confiaron. Los “pájaros” entraron por todas partes disparando a diestra y siniestra, lanzando tacos de dinamita, metiéndole candela a todo… fueron doscientos los muertos. Si Pedro Antonio no escapa corriendo por un potrero hubiese sido uno de ellos. Fue a parar carrera en El Carmen, en una finca de su tío Manuel a orillas del río Frazadas. Allí se encaletó, en el monte, sólo, durante seis meses, mientras buscaba contactos a través de su tío, pensando en la resistencia. Mientras tanto los “pájaros” daban rienda suelta a sus desafueros y al saqueo. Roban ganados y cosechas, despojan tierras, y el trabajo de toda una vida. De noche entró Pedro Antonio a Génova, su pueblo natal, donde lo esperaban escondidos entre los cafetales 14 de sus primos, todos “Marín”, que desde antes de su llegada ya lo habían ungido como jefe. Allí toman contacto con Modesto Ávila, y en poco tiempo ya eran 25 hombres resueltos a responder…, pero no tenían “fierros”. Entre las masas liberales que los apoyaban recogieron escopetas, revólveres y viejas armas de la guerra de los mil días y en las vegas del San Juan, en improvisados polígonos afinaron su puntería. Muy pronto salen las primeras expediciones punitivas dando de baja y ajusticiando principalmente a los violentos cabecillas de los “pájaros”. Luego se le miden a emboscar una patrulla de carabineros en la zona de Cumbarco recuperando los primeros cuatro fusiles. Se tomaron confianza. Ahora eran los victimarios los que huían. Como les había llegado la información que el 7 de agosto un sector del ejército daría un golpe de Estado para impedir la posesión de Laureano Gómez como presidente, tomaron la osada decisión de atacar el puesto de policía de Génova. Alertados los policiales, pidieron apoyo de otras guarniciones, tomaron posiciones y lograron repeler el ataque. Se les vino encima un gran operativo conjunto de ejército y policía que se ensañó fundamentalmente contra las masas liberales que los apoyaban. El permanente asedio de las tropas y la intimidación de la base social, hizo que la mayoría de los imberbes alzados abandonaran la lucha. Pero el fusil de Pedro Antonio no dejaba de tronar desde las trincheras de la sorpresa. Luego de varios choques y escaramuzas resuelve trasladarse al sur del Tolima buscando nuevos espacios y condiciones para continuar la pelea.
Las primeras huellas de la resistencia
Desde Cajamarca por vía legal se desplaza a Neiva, y desde allí a Gaitania donde se reencuentra con su padre y sus hermanas. Por esos días, los Loaiza, primos en segundo grado, procedentes también del Viejo Caldas, toman por asalto a Gaitania. Su encuentro con el catire Gerardo Loaiza y sus hijos tuvo lugar en La Ocasión, jurisdicción del municipio de Rio Blanco. Acordaron planes para enfrentar al ejército, a la policía y a los “pájaros” que sembraban con sevicia el terror en Río Blanco, Planadas, Santiago Pérez, La Herrera, Bilbao y Gaitania, quemando casas, violando mujeres, despojando fincas, robando ganados, haciéndole a sus víctimas el “corte de franela” consistente en mocharles la cabeza a ras del tronco, el “corte de corbata” en el que haciendo una incisión en el cuello sacaban por allí la lengua de los ultimados, destazaban los muertos y abrían los vientres de las mujeres embarazadas para matarles la “semilla liberal o comunista”… Se calcula en 300 mil los muertos de esta etapa aciaga de la violencia en Colombia en la que cientos de miles de almas deambulaban por el país en desplazamiento forzoso. Como puede verse, la degradación de la guerra siempre ha provenido del Estado, y para ser más exactos, desde la usurpación del poder por el propio Santander y sus seguidores en 1830, cuando mataron a Bolívar y a Colombia. Su primera acción en respuesta a esta violencia del Estado, ya en compañía de los Loaiza, fue contra una agrupación de 50 “pájaros” conservadores en La Profunda. Recuperaron 18 armas entre carabinas, escopetas, revólveres y un viejo fusil grass. Luego coparon Gaitania, y ganaron influencia en La Herrera, Chaparral, El Limón, en el Sur del Tolima, y en poco tiempo extendieron su presencia a San Luis, Praga, Aipe y el Carmen, en el departamento del Huila.
Un día se les apreció un teniente al frente de 25 soldados con el cuento que habían desertado del ejército porque estaban hastiados de cumplir las órdenes criminales de los mandos de la Brigada, que ellos eran de origen liberal y que venían a combatir al lado de las guerrillas contra el gobierno. Con esta carta de presentación fueron recibidos en la región de La Verbena en medio de vítores y aplausos de un pueblo liberal ilusionado en el castigo ejemplar a los victimarios y en la reconquista del poder. Luego de confraternizar un tiempo con la gente, de ganar su confianza, el teniente asume la función de instruir y disciplinar a los guerrilleros con formaciones de patio, orden abierto y orden cerrado, y con prácticas de desplazamientos diurnos y nocturnos... Y los Loaiza, felices. Sólo Pedro Antonio Marín miraba con desconfianza el desarrollo del inesperado suceso y prevenía a su gente. Concluidas las prácticas, el advenedizo teniente preguntó por el objetivo militar a tomar, a lo que los liberales respondieron al unísono: ¡Río Blanco! El viejo Gerardo Loaiza ya se imaginaba alcalde municipal y armaba planes en el aire para su administración… Ya en las goteras del casco urbano el teniente les propone muy hábilmente recoger todas las armas y transportarlas en mulas, para guardar de esa manera el secreto y para evitar que su obsolescencia desprestigiara al ejército, lo cual fue ingenuamente aceptado. A continuación el teniente se adelantó para esperarlos en el poblado. Cuando los liberales llegaron fueron sorprendidos con decenas de fusiles que les apuntaban intimándoles rendición. Doscientos hombres fueron detenidos por el ejército y los principales jefes fusilados en la plaza del pueblo. Y el resto, la gran mayoría, fueron asesinados cuando eran conducidos amarrados a las guarniciones militares. La desconfianza razonable que acompañó a Pedro Antonio Marín -Manuel Marulanda Vélez- durante toda su vida, y que lo puso a salvo de múltiples celadas, lo había alejado en esta ocasión de una muerte segura. El golpe fue muy duro y devastador para las huestes liberales alzadas en armas.
Entre tanto, un poco más al norte, en Chaparral, los comunistas venían librando desde finales del 49 y desde los comandos de Chicalá, Irco y Horizonte, una extraordinaria lucha de resistencia dirigidos por Richard, Lister, Melco y otros comandantes. Habían resuelto abandonar la zona pensando que con ello evitarían la represión oficial contra la población civil organizada. Con esta idea conformaron la columna de marcha uniendo los destacamentos de los tres comandos. La ruta marcaba el sur, y el objetivo, la unidad de acción con las guerrillas liberales de Gerardo Loaiza. Los inspiraba de alguna manera la marcha admirable de Luis Carlos Prestes, “el caballero de la esperanza”, que había atravesado el inmenso Brasil en 3 o 4 años combatiendo, ganando conciencias, ganando pueblos. Fue una dura travesía por la cordillera central, con familias y en medio de combates, por una trocha que se estiraba a 2000 metros de altura. Al cabo de un mes fueron recibidos por los liberales con una gran fiesta en El Davis, en el cañón del Cambrín. Se conformó un Estado Mayor Unificado. Hablaban de unirse a las guerrillas de los Llanos y de Antioquia para buscar juntos el derrocamiento del gobierno. Unidos los “comunes” y los liberales enfrentan el operativo de mil hombres lanzado por el gobierno contra la nueva esperanza de resistencia popular. La tropa avanza mortereando y disparando, e incendiando; y desde la montaña, cien escopetas empuñadas por valientes responden el fuego ensordecedor de mil fusiles. Los soldados caen aquí y allá, en la vuelta del camino, en el cruce del río, mientras familias enteran huyen con sus niños, animales y enseres hacia la montaña. Al final los agresores regresan a sus cuarteles con las manos vacías, pero dejando a su paso las huellas atilanas de su perfidia y de tierra arrasada. En desarrollo de los planes acordados la guerrilla unida logra la toma de Órganos, de Gaitania y de San Luis. Recuperan fusiles y revólveres, se enfrentan a sus persecutores; recuperan más armas y municiones. Causan bajas y reciben bajas, pero van aprendiendo juntos el arte de la guerra y de vencer. Sin embargo el entendimiento entre liberales y comunistas no duraría mucho. Chocaron por la disciplina. Los liberales no estaban acostumbrados a la guardia ni a los relevantes, ni a la formación, la relación diaria, ni al funcionamiento interno con oficiales de servicio. No les gustaba que los botines de guerra se distribuyeran entre todos. Tampoco la siembra colectiva ni los economatos organizados. Acusaron a los comunistas de militaristas que querían controlar todo. Les molestaba que estos llamaran a la unidad por la base del pueblo liberal y del pueblo conservador para luchar contra el sistema. Desde luego Tirofijo, como ya llamaban a Pedro Antonio Marín, no compartía las inquietudes de los liberales y sus primos. Las enseñanzas de la vida y su experiencia en la confrontación le decían claramente que esas medidas eran pertinentes. El propio Gerardo Loaiza encabezaba la cruzada anticomunista, y para diferenciarse de sus aliados empezó a denominar a sus seguidores: liberales limpios; “limpios” de ideologías extrañas y especialmente –lo remarcaba con aire camorrista- de aquellas venidas de Moscú. Fue entonces cuando el ejército empezó a ofrecerles armas y municiones, y una recompensa de 10 mil pesos por cabeza de jefe comunista. Pedro Antonio Marín les advertía: “a los vencedores el gobierno les pagará con un tiro en la nuca. Ustedes van a terminar de gobiernistas”.
La asamblea liberal realizada en La Ocasión para tratar el asunto fue extremadamente tensa. Pedro Antonio y sus contradictores liberales argumentaban recalentados, pistola en mano. Jacobo Prías Alape –Charro Negro- estaba del lado de Marulanda, y se comentaba “Charro está con Tirofijo y Tirofijo está con el Charro”. Finalmente la asamblea acordó sacar a los comunistas de El Davis y del sur del Tolima, y acabar con ellos. Lo que siguió fue una violenta y absurda contienda entre dos guerrillas que conocían palmo a palmo el terreno. Hubo muchas bajas de parte y parte. Lo paradójico es que los comunistas no diferenciaban entre Gerardo Loaiza y el destacamento de Charro y de Manuel, terminando estos enfrentados al ejército, a la policía, a los liberales, a los conservadores y a los propios comunistas. La situación empezó esclarecerse cuando los guerrilleros de Pedro Antonio y el Charro capturan en combate a uno de los jefes comunistas. Cinco días hablaron con él explicándole que no eran sus enemigos y que por el contrario compartían con ellos los mismos ideales. Al dejarlo en libertad pidieron por su intermedio el envío de una comisión comunista para discutir sobre la unidad. A los pocos días llega la comisión y esta invita a Pedro Antonio al comando de San Miguel. Va Charro y finalmente convienen unificarse en El Davis. Acordaron funcionar con un reglamento. Hay comandancia de guardia, oficial de servicio, cuerpo armado disponible, mimeógrafo para imprimir boletines, enfermería, economato, organización de mujeres y pioneros… En la medida en que esta guerrilla unificada enfrenta con éxito los operativos del ejército y derrota paulatinamente a los liberales, su influencia se va extendiendo por todo el sur del Tolima.
En estas circunstancias, ocurre el golpe militar del general Rojas Pinilla en 1953. Llegó hablando de paz, llenando de ilusiones el alma colectiva de los colombianos. El dictador pide desde Bogotá la desmovilización de las guerrillas, y se entregan en el Llano las de Guadalupe Salcedo en interminables filas de hombres con sus armas, imágenes que aún se resisten a desaparecer atrincheradas en la memoria. -Más tarde Guadalupe caería asesinado en una calle de la capital-. Mientras tanto los guerrilleros liberales del sur de Tolima, acicateados por el ejército salen a los pueblos, ebrios de ilusión y de anticomunismo, a fustigar y a provocar a los rebeldes de El Davis -a quienes consideraban prisioneros del comunismo y de la disciplina militar- y a urdir planes para someter a su control toda la región… Es en este contexto que Pedro Antonio Marín -quien pasaba por un curso de filosofía marxista y de economía en ese comando- toma el nombre de Manuel Marulanda Vélez, en homenaje al líder sindical asesinado en los calabozos del Servicio de Inteligencia Colombiano, SIC, luego de brutales golpizas con cachiporras y varillas en diciembre de 1950. Lo mataron por sus indoblegables ideas revolucionarias y su tenaz oposición a la participación de soldados colombianos en la guerra de Corea, utilizados como carne de cañón por el gobierno de los Estados Unidos. El nuevo Manuel, que alargaba la lucha de aquel extraordinario comunista, nacía así para la posteridad en la escuela de cuadros del destacamento de El Davis.
No habrá entrega de armas ni de guerrilleros, decía Manuel; pero la dirección política representada por Pedro Vásquez, Martín Camargo y “Olimpo” del Comité Central se mostraba partidaria de pactar un acuerdo con los liberales para evitar el derramamiento de sangre sin tener en cuenta las intenciones del enemigo de acabar con los comunistas.
Como ese planteamiento fue rechazado de plano por el Estado Mayor y los alzados en general, la iniciativa fue llevada entonces al Frente Democrático donde la mayoría no era combatiente. Por este desacierto con el tiempo resultaron muertos unos 500 hombres de la organización dirigida por los comunistas. Un día Gerardo Loaiza remite una carta a Marulanda anunciándole el propósito de tomar con 300 hombres El Davis para matar a los comunistas, pidiéndole no oponerse a su designio. Cuando Manuel se percata que varios capitanes del comando ya habían vendido su alma a la traición toma la decisión de salir de ese nido de felones llevando consigo a Vásquez y a Camargo, a Lister, Wilcken y Timochenko. Y lo hace a la fuerza, fusil en mano con Charro y todos los integrantes de su fuerza especial. No se atrevían atajarlo porque le tenían respeto. Antes de atravesar el puente sobre el Saldaña ordena a varios de sus hombres vadear o cruzar a nado el río. Cuando les anuncia a los de la avanzada su intención de cruzar, ya tenían éstos los fusiles de la fuerza especial apuntándoles a sus espaldas. Luego de alcanzar la cordillera, Manuel se dirige a los de la dirección política: “Se salvaron ustedes, nos salvamos nosotros. Si se dan combates más adelante ya no tendremos problemas.
Mientras Gerardo Loaiza y Mariachi juraban aniquilar a los “maleantes” que no atendiesen el patriótico llamado del gobierno a la pacificación, y los aviones oficiales lanzaban propaganda llamando a la desmovilización y entrega de armas, Jacobo Prías arengaba a los guerrilleros: “lo único seguro en estos tiempos de tormenta es el fusil. La desmovilización es una trampa. Esta no es una lucha de hombres obligados. Los que deseen irse, pueden hacerlo, pero sin las armas. ¡Dos pasos al frente los que quieran seguir siendo guerrilleros!” 26 marcharon con Marulanda y Charro Negro, bajo el fuego, rumbo a Riochiquito. En la dura travesía, en la que observaban a lo lejos las casas humeantes, tuvieron que enfrentar al ejército, a los limpios, a los “pájaros”, y a algunos renegados de El Davis.
Del comando de El Davis a Riochiquito y Marquetalia
Río Chiquito era un riachuelo en la arisca geografía del oriente del departamento del Cauca. Llegaron a finales del 53, y por encima de los exorcismos de los brujos alebrestados por los latifundistas y de las diatribas demonizadoras de monseñor Enrique Vallejo, establecieron allí su comando. Ese obispo del averno había instituido las 10 de la noche como la “hora santa”, en la que él, vestido de uniforme, salía con el ejército y los “pájaros” a matar liberales y comunistas. Fue el paisa Miguel Madrid quien contactó a los guerrilleros con los indígenas perseguidos y los guió en sus exploraciones hacia el río Símbola. Al poco tiempo 30 indígenas habían ingresado a filas reclutados por Antonio e Isaías Pardo. Manuel es el instructor militar y Charro, el educador político. Días después enfrentan un operativo de 1.500 hombres del ejército, con los cuales pelean sin descanso, un mes completo.
Las bombas lanzadas por la aviación que no explotaban eran utilizadas como cargas explosivas en las emboscadas guerrilleras. Combatiendo en el Raicero los rebeldes dan de baja a 30 soldados. Con retenes y puestos de control las tropas bloquean la región, y las familias buscan refugio en los campamentos para salvar la vida.
Los alzados en armas tienen que sembrar maíz, caña de azúcar, yuca y plátano, y complementan su alimentación con ganado recuperado a los latifundistas y a los “pájaros”. Tuvieron que vender hasta las mulas para comprar municiones. Montaron redes de información para estar al tanto de los movimientos del ejército. Construyeron células de Partido e impulsaron el Frente Democrático contra la dictadura. En el 54 envían a Antonio en busca de contacto con el Partido -que actuaba en la clandestinidad- a recabar orientación política. Poco a poco su influencia se va extendiendo por las tierras del Cauca, del Huila y del Tolima. El lenguaje del gobierno ya no era de paz sino de guerra, y la propaganda oficial presentaba a Marulanda como el “temible comunista”. Ahora las masas liberales los buscaban, acosadas por el gobierno y fatigadas por los atropellos y el cuatrerismo impune de los “Limpios”. El 9 de junio de 1954 Rojas Pinilla había masacrado una manifestación estudiantil en Bogotá utilizando las tropas del Batallón Colombia que venía de participar en la guerra de Corea. En las medianías del 56 tiene lugar una Conferencia guerrillera en Marquetalia, la cual nombra un Estado Mayor de 13 integrantes, con Charro como responsable político, Manuel como jefe militar y Ciro Trujillo -quien había venido con Antonio desde Villarrica-, encargado de propaganda.
La conferencia aprobó incrementar la lucha armada en los tres departamentos, fijó metas de crecimiento y estableció objetivos militares inmediatos. Los choques permanentes y las acciones de comandos, las emboscadas y el uso de explosivos, el asedio y la utilización de francotiradores, así como la superación de grandes distancias para atacar por sorpresa al enemigo, iban configurando la reconocida impronta de la modalidad operativa del comandante Marulanda.
Cuando la nueva realidad política y militar forjada en Riochiquito y Marquetalia amenazaba con diluir El Davis como recuerdo asperjado en la memoria, se produce la caída de la dictadura rojas-pinillista. Cayó como resultado de un paro cívico nacional, hábilmente explotado por las oligarquías que se sentían cada vez más desplazadas del poder político por los militares y afectadas en sus negocios. La verdadera motivación del pacto de Sitges y Benidorm (España), era esa, y no tanto ponerle fin a la terrible violencia bipartidista por ellos desatada.
El Frente Nacional fue un convenio excluyente en el que liberales y conservadores acordaron la alternancia presidencial y la repartición paritaria de los empleos y cargos burocráticos de la nación. Los derechos a otras opciones políticas quedaron suprimidos y en estado de sitio todo el país. La dictadura había sido suplantada por una junta militar. El primer gobierno del Frente Nacional, presidido por el liberal Alberto Lleras Camargo, emprende la pacificación del sur del Tolima. Su intención era poner la región bajo las órdenes de “Mariachi” y de “Peligro”, cabecillas de los “limpios”. Rehabilitación para los mandos, miseria y muerte para los combatientes rasos.
A diferencia de estos, las guerrillas comunistas de Manuel, previa consulta, y tomando nota de los planteamientos de la población civil, exigen como condición para cesar lucha: el levantamiento del estado de sitio, libertades democráticas, excarcelación de los presos políticos, amnistía para todos los combatientes, retiro de las bases militares, libre organización de los campesinos, construcción de escuelas, puestos de salud, vías de penetración, créditos, mercadeo, etc. En septiembre del 58 los voceros de la guerrilla encabezados por Charro Negro se reúnen en Aipe con la contraparte del gobierno, representada por el coronel del ejército Arce Herrera y los políticos Felio Andrade Manrique y Jorge Parga Cortés. La Conferencia de Marquetalia había aprobado el cese de la lucha armada. Los bienes fueron distribuidos entre los combatientes, y las armas, recogidas por la organización. Durante un año Manuel trabajó como inspector de carreteras. Los del gobierno no sabían que era comunista, por eso cuando se reunió en Ibagué con Darío Echandía para denunciar las provocaciones de la banda de Mariachi contra el liderazgo de Marquetalia, el político liberal le respondió que el problema era con Charro Negro, con sus ideas. Ante esta intolerancia inveterada, ante la amenaza que se arremolinaba en el horizonte, Marulanda toma la decisión de renunciar a su trabajo para estar más cerca de su gente. Charro –Jacobo Prías Alape- era miembro del Comité Central del Partido Comunista; un dirigente muy querido y respetado por las masas. Había llevado la luz eléctrica a Gaitania…
El 11 de enero de 1960 fue asesinado por la espalda en la plaza del pueblo. Fueron los directorios políticos y los militares –precisa Marulanda- los que instaron a los mariachistas al asesinato. Más tarde expresaría su convicción de que “con el correr del tiempo la muerte de Charro nos ha llevado a una confrontación nacional con grandes perspectivas para producir cambios; y si ello nos permite, crear todas las condiciones para tomarnos el poder. No todas las veces se producen levantamientos armados por la muerte de un comandante; prácticamente es caso único. De todas maneras en Marquetalia ha comenzado el chispazo y comienzo de la revolución en serio de acuerdo a lo que estamos viendo”. “Compañeros, compañeras/ camaradas y soldados/ cuando el sol ya florecía/ en los techos de Gaitania/ mil disparos a mansalva/ me quebraron las espaldas/ Recorred toda la tierra/ conquistadla y liberadla/ y devolvedme a la vida/-indio de cuerpo y alma-/ yo naceré en cada niño/ que nazca en la nueva patria”.
Los marquetalianos esperaron que se hiciera justicia, pero la justicia sólo perseguía a los comunistas. “Los afectados –decía Marulanda- resolvimos dar respuesta militar a muchos de los responsables, claro está, después de haber acudido a todas las instancias legales sin haber logrado que se nos prestara atención por ninguna entidad judicial”. Manuel Marulanda Vélez organizó entonces “la móvil”, fuerza especial integrada por 30 combatientes, verdaderos profesionales de la revolución, con toda la experiencia militar acumulada en los años de confrontación en el sur del Tolima, y les dio la misión, junto a la autodefensa, de defender a Marquetalia. Se hizo justicia, lo cual no gustó al gobierno.
Marquetalia, símbolo de resistencia
La reacción instaba a someter por la fuerza a la “república independiente de Marquetalia”, a liberar la región del “imperio comunista de Tirofijo”, siendo uno de sus principales instigadores el senador conservador Álvaro Gómez Hurtado. “La liberación de Marquetalia de la nefasta influencia de Tirofijo costará 300 millones de pesos” -propalaban los generales desde Bogotá. En Fort Bragg, Carolina del Norte y en la zona del Canal se preparaba a los militares colombianos en técnicas contrainsurgentes. 30 mil pesos ofrecía el gobierno como recompensa por la cabeza de Manuel Marulanda Vélez. En 1962 el Presidente conservador Guillermo León Valencia, reconocía para perplejidad del mundo civilizado, que había coleccionado algunas cabezas de bandoleros para someterlas a estudio científico. Así actuaba y pensaba el Presidente cavernario que comandó la agresión a Marquetalia. Ilustres catedráticos y políticos como Gerardo Molina, Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna, los sacerdotes Camilo Torres Restrepo, Gustavo Pérez Ramírez y monseñor Germán Guzmán Campos, piden diálogo directo con los campesinos y llaman a levantar un muro humano contra la represión. El ruido de los sables, la azufrada intransigencia del cardenal Concha, y la obstinación de Washington por impedir una nueva Cuba en el continente, ahogaron las voces pacifistas y sensatas que abogaban por la solución política de la tensa situación.
Contra Marquetalia fueron lanzados en 1962, cinco mil hombres, pero la Móvil y la autodefensa, rodeadas por un vasto movimiento de masas y la solidaridad de muchas organizaciones políticas y sociales del país, los enfrenta con éxito causándoles considerables bajas y recuperándoles armamento. Aprovechando la circunstancia de la álgida confrontación, la guerrilla ataca por sorpresa y elimina la amenaza de los “pájaros” promovida en su contra por el gobierno. “Habíamos guardado el pan para cuando tuviéramos leche”, expresó Manuel Marulanda. Nadie podía trabajar en paz en las parcelas. Para sembrar y cosechar había que hacerlo con el fusil al hombro. En medio de la bruma y de la lluvia del 17 de abril de 1964, Marulanda recibe en su comando de la resistencia, a Jacobo Arenas y a Hernando González, procedentes de Bogotá. “Con la compañía de ustedes no debe ser tan dura la guerra”, fue su expresión al abrazarlos. Manuel y Jacobo, juntos, escribirían las más heroicas páginas de la resistencia y construirían un imbatible ejército revolucionario, cuyo destino ya estaba remarcado con caracteres irreversibles: la Nueva Colombia, la Patria Grande bolivariana, y el socialismo. Para ese entonces aviones de reconocimiento hendían con insistencia los cielos marquetalianos buscando objetivos y lugares de desembarco. En tierra avanzaba el despliegue de fuerza y se establecían nuevas bases y puestos de control.
La población estaba sitiada; quien no tuviera el salvoconducto exigido, no podía entrar o salir del área general de Gaitania. Mientras el gobierno hacía gala de una desconocida voluntad de solucionar las carencias de la región a través de promesas y del desarrollo de campañas de acción cívico militar, aeronaves oficiales lanzaban papeles que justificaban la proyectada agresión y llamaban a respaldarla. No es contra la población –decían- sino contra los jefes rebeldes, al tiempo que instaban a los combatientes a desertar y a matar a sus comandantes.
En mayo de 1964, en desarrollo del Plan LASO –Latin American Security Operation- diseñado por el Pentágono de los Estados Unidos, comienza el ataque militar a Marquetalia con 16.000 efectivos. Tendieron cercos inmensos, taponaron todas las salidas, ametrallaron y cohetearon, desembarcaron tropas y penetraron en profundidad, llenaron la noche de explosiones y bengalas, atacaron objetivos con bombas de napalm, e infestaron las montañas con bacterias. Los helicópteros y los bombarderos sacudían los aires con sus sonoridades bélicas.
Los primeros choques con los hombres de Marulanda tienen lugar el 27 de mayo en el cañón del Río Atá, hito que marca la fecha de fundación de las FARC. Los agresores cayeron en emboscadas; recibieron en el pecho el fuego repentino, relampagueante, salido de la niebla; volaron por los aires con el vislumbre y el trueno de las minas guerrilleras; se estrellaron contra todas las sorpresas de la guerra de guerrillas móviles, táctica invencible de los guerreros de Manuel, que golpeaban y desaparecían, para volver a golpear y nuevamente desaparecer; se encontraron frente a frente con la moral y la bravura de 48 combatientes de verdad. El 14 de junio, luego de bombardear y rafaguear con ametralladoras punto 50 las alturas y puntos dominantes que rodean a Marquetalia, las tropas del batallón Colombia logran desembarcar y ocupar el poblado de tan sólo doce casas, con 800 hombres a los que se suman los que avanzaban por tierra. Días después, en el Alto de Trilleras, notificando que la contienda apenas comenzaba, la “Anastasia”, la bomba guerrillera de 14 arrobas, destroza en su alarido, la avanzada enemiga que ascendía tras el rastro de los guerrilleros.
Los combates y las explosiones centelleaban en distintos puntos del teatro de operaciones. En una de estas acciones cae el más grande capitán de guerrillas que pudo haber tenido Manuel: el indio bravío, Isaías Pardo. A pesar de haber recibido una ráfaga en su pecho, continuaba peleando, y aunque se le escapaba la vida, su carabina San Cristóbal no dejaba de tronar. “Al conocer Manuel la terrible noticia no sabía qué hacer con las manos, apretaba con fuerza la boquilla de su carabina M-1, la soltaba con docilidad, metía las manos en los bolsillos de los pantalones como buscando cualquier cosa, se quitó el chacó de la cabeza, lo estrujó fuertemente entre sus manos y se quedó mirando con su mirada fija y penetrante la montaña… No quería hablar Manuel, es que no podía hablar Marulanda. Al cerrar los ojos, desgranó dos grandes lágrimas como perlas que le bañaron todo el rostro”. La columna que acompañaba a Manuel el día de su partida el 26 de marzo en las selvas del sur, se llamaba Isaías Pardo como homenaje del alma de Manuel a su soldado, y se seguirá llamando así, Isaías Pardo, siempre.
Tres semanas de plazo se habían fijado los gringos, el gobierno y los generales lacayos para aniquilar la resistencia en Marquetalia, pero todavía continúan si esperanzas, luego de cuatro décadas, tras la misma quimera. Marquetalia ya no es un punto incrustado entre montañas remotas, con el nevado del Huila en su mismo puesto de guardia. Marquetalia es Colombia entera resistiendo y combatiendo, y cada vez más próxima al objetivo estratégico de toma del poder para el pueblo. El corazón de la resistencia nunca será ocupado. Hemos jurado vencer, y venceremos.
Manuel ya había previsto el momento para romper el contacto militar con el enemigo. Cuando sus guerrillas móviles se replegaban por una trocha estratégica, rumbo a Riochiquito, el ejército seguía disparando sin objetivo en la montaña. Más tarde reconocería el general Matallana: “Era un trocha ancha, estructurado su piso y oculta a la observación aérea. De manera que en nuestra guerra revolucionaria colombiana, es una obra sin antecedentes y con una magnitud verdaderamente estratégica. Además, con gran acierto ellos concibieron la trocha de tal manera que no salía directamente de Marquetalia sino de bien adentro de la selva… para llegar hasta la entrada se utilizaban unas trochas pequeñas y que para la Operación Marquetalia fueron todas minadas… con gran riesgo encontramos las trampas que generalmente eran granadas de fragmentación instaladas con un simple hilo; cualquier contacto con el hilo, estallaba la granada”. Marulanda explica así, su repliegue táctico: “Antes decíamos: si nos sacan de la orilla del río, cruzamos hacia la otra orilla del río; si nos sacan de la montaña, escapamos a la otra montaña; si nos sacan de una región, atravesamos el río, atravesamos la montaña y buscamos otra región... Pero el principio fue cambiando... y, entonces, ya decíamos: si nos sacan de la orilla del río, los estaremos esperando en la otra orilla del río; si nos sacan de la montaña, los estaremos esperando en la otra montaña; si nos sacan de una región, en otra región los estaremos esperando.
Pero el principio se fue haciendo más claro, hasta decantarse en una idea precisa: Ya no sólo los estaremos esperando en la otra orilla del río, ya no sólo los estaremos esperando en la otra montaña, ya no sólo los estaremos esperando en la otra región. Ahora volveremos a buscarlos en la orilla del río de donde un día nos sacaron, volveremos a buscarlos en la montaña de la cual un día nos hicieron salir a la huyenda, volveremos a buscarlos en la región de la que un día nos hicieron correr”.
De la gesta de Marquetalia diría más tarde el comandante Jacobo Arenas: “Hubo un núcleo de combatientes dispuesto a darlo todo por la causa revolucionaria y por eso Marquetalia se creció en la resistencia y sentó las bases políticas, militares y morales de lo que serían un poco más tarde las FARC. La Octava Conferencia Nacional de las FARC debe producir una resolución en el sentido de que cuando oigamos el nombre MARQUETALIA, todos nos pongamos firmes”.
Con Marquetalia quedó refrendada la combinación de todas las formas de lucha de masas como recurso válido y legítimo, genuino e inteligente de todo un pueblo para enfrentar la violencia desbordada, multifacética, ejercida desde la fundación misma de la República por la oligarquía santanderista que usurpa el poder.
“Marquetalia es Marulanda en la conciencia/ el anuncio de la patria liberada/ Marquetalia está en el pueblo en resistencia/ es Bolívar que regresa con su espada”, como lo pregonan los versos insurgentes.
El programa agrario y las Conferencias guerrilleras
El 20 de julio de 1964 en Riochiquito el movimiento insurgente aprueba el histórico Programa Agrario de los Guerrilleros que es como un fanal de luz que direcciona e instrumenta la lucha política en la nueva etapa de la confrontación.
En su exposición de motivos puede leerse: “Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen. Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía democrática de masas. Esa vía nos fue cerrada violentamente con el pretexto fascista oficial de combatir supuestas "Repúblicas Independientes", y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugaremos el papel histórico que nos corresponde, nos tocó buscar la otra vía: la vía revolucionaria armada para la lucha por el poder”. El primer punto del programa es preciso al señalar sus objetivos: “A la política agraria de mentiras de la oligarquía, oponemos una efectiva política agraria revolucionaria que cambie de raíz la estructura social del campo colombiano, entregando en forma completamente gratuita la tierra a los campesinos que la trabajan o quieran trabajarla, sobre la base de la confiscación de la propiedad latifundista en beneficio de todo el pueblo trabajador”. Al final del documento, aparece estampada entre otras, la firma dorada de Manuel Marulanda Vélez. A finales de 1965 tiene lugar en Riochiquito la Primera Conferencia del Bloque Sur, nombre que adoptó en ese entonces el movimiento guerrillero marquetaliano. Participaron 100 combatientes en sus deliberaciones. Esta Primera Conferencia hace el balance de la Operación Marquetalia y toma de ella experiencias hacia el futuro.
En 1966 se realiza la Segunda Conferencia del Bloque Sur con 250 guerrilleros. El trascendental evento escenificado en la región del Duda crea oficialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC. “La Conferencia constitutiva de las FARC –en opinión de Marulanda- sentó las bases para el trabajo respectivo acondicionando la estructura orgánica y la línea política-militar subsiguiente. Nos dimos un reglamento que rige nuestra organización interna y se organizan nuevos destacamentos con un área territorial de responsabilidad para cada uno y se amplió la acción alcanzando un cubrimiento nacional. También nuestra táctica recibió correcciones consistentes, entre otros muchos movimientos, en obligar al enemigo a enfrentarnos en un teatro de operaciones elegido por nosotros en el que trataríamos de mantener siempre la iniciativa”. Pero ocurre que en desarrollo de los planes emanados de esta Conferencia, la organización sufre un duro revés: Ciro Trujillo, segundo al mando de las FARC, pasando por alto claras disposiciones sobre la modalidad operativa, concentra sin explicación coherente casi todos los destacamentos en el Quindío, con excepción de los de Joselo y Manuel. Detectada la concentración el ejército lanza un vasto operativo contra ella. Trujillo no había previsto respuestas a eventualidades como estas, lo que generó graves improvisaciones.
Como consecuencia de ello el movimiento tuvo muchas pérdidas en hombres y también del 70% de sus armas. Difícil comienzo. La Tercera Conferencia realizada en 1968 en la región del Guayabero toma medidas correctivas urgentes y dispone el despliegue de la fuerza fundamentalmente en dirección a los departamentos del Tolima, Huila y el Cauca. Se crea la escuela de formación ideológica. En el Magdalena Medio empieza a prender la semilla del Cuarto Frente de las FARC. La Cuarta Conferencia llevada a cabo en 1970 consolida la idea de la operatividad y estructuración de la fuerza por frentes guerrilleros.
Los frentes consolidados debían desdoblarse creando nuevos frentes con el propósito de extender la presencia del movimiento armado a otras áreas del territorio nacional.
La Quinta Conferencia realizada en 1974 en el Meta saludó la recuperación de las FARC, que volvió a una dinámica de crecimiento y operatividad, similar a la del 66. “ahora sí calculo que nos hemos repuesto de esa terrible enfermedad que casi nos aniquila a todos”, reconoció satisfecho Manuel Marulanda Vélez. El Quinto Frente había surgido del desdoblamiento del Cuarto y en el Cauca se habían generado las condiciones para la creación del Sexto Frente.
La Sexta Conferencia efectuada en 1978, constata un crecimiento de la influencia de las FARC en el campo y la ciudad. Ya son 1000 los combatientes y 120 los mandos. Esta Conferencia crea los Estados Mayores de los Frentes y la instancia del Secretariado, que en concordancia con los lineamientos generales, orienta el trabajo político y militar entre pleno y pleno del Estado Mayor Central. Se reglamenta la vida interna de las FARC en tres documentos fundamentales: el Estatuto, el Reglamento de régimen disciplinario y las Normas internas de comando.
En mayo de 1982, en el Guayabero, se desarrolla la Séptima Conferencia que aprueba el Plan Estratégico de las FARC. El esfuerzo se orienta en dos direcciones: la toma del poder por la vía de las armas y la toma del poder por la vía de las alianzas políticas. El Plan se denomina también Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia. A la sigla FARC, se le anexa EP, que significa Ejército del Pueblo, el cual estará signado por un Nuevo Modo de Operar surgido de las experiencias militares. La Conferencia precisa los documentos que regulan la vida interna de la organización al establecer que: el Estatuto formula en esencia los fundamentos ideológicos de las FARC-EP, define su estructura orgánica, el régimen de comando, los deberes y derechos de los combatientes; que el Reglamento de régimen disciplinario trata sobre normas de conducta, faltas, sanciones y atribuciones de los diversos escalones de mando; y que las Normas internas de comando se refieren a la vida militar de las diversas unidades de las FARC-EP en cuarteles, campamentos, marchas, y unifica los criterios de comandantes y guerrilleros en cuanto a la disciplina.
En abril de 1993 sesiona la Octava Conferencia Guerrillera Comandante Jacobo Arenas, estamos cumpliendo en la Uribe con 81 delegados de los frentes y estructuras urbanas. Las FARC proponen al país su plataforma para un nuevo gobierno de reconciliación y reconstrucción nacional. Ratifican la tarea de proseguir las huellas de la gesta emancipadora del Libertador Simón Bolívar cuyas metas quedaron truncas por la traición de una aristocracia incapaz de entender el papel de los pueblos en la construcción de las nuevas sociedades.
La Conferencia aprueba las normas de funcionamiento de los Estados Mayores, y para efecto del desarrollo del Plan General, y en función de los objetivos estratégicos, organiza los frentes por regiones, en siete Bloques, al frente de cada uno de los cuales se ubica un miembro del Secretariado. Al respecto explica el comandante Manuel: “La creación de los Bloques es parte del desarrollo del Plan Estratégico. Cada Bloque, tiene señalado su objetivo y sobre qué bases trabajar; cuáles son sus áreas y límites territoriales con los demás Bloques y Frentes...
El papel que juegan los Bloques en el desarrollo del Plan Estratégico es exactamente el relacionado con los preparativos para la confrontación armada. Cada Bloque crea y prepara las condiciones para ir hasta su objetivo; crea sus corredores, organiza las masas, consigue finanzas para el desarrollo de los planes, recluta, crece, forma cuadros políticos, militares y de organización.
Esa es la importancia que tienen ellos dentro del Plan Estratégico. Los Bloques se ponen de acuerdo con el Secretariado y mantienen las comunicaciones permanentes. Cuando consideremos que tenemos las condiciones creadas para lanzar la ofensiva final, el Comando General comenzará a ultimar los detalles de ella. Esa es la importancia que tienen los Bloques. En esas condiciones hay mayor facilidad para trabajar descentralizadamente y menos congestión en las tareas. Naturalmente no pueden faltar los planes alternativos, por si es necesario hacer algunas modificaciones al Plan Estratégico.” La Novena Conferencia por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo tiene lugar en el 2007 en medio de las operaciones del llamado Plan Patriota y del escalamiento de la intervención de tropas norteamericanas en el conflicto interno de Colombia.
Caracteriza al Estado como fascista, paramilitar y mafioso. La ilegitimidad del Régimen y el terror del Estado –asegura la Declaración Política- dan vigencia al alzamiento popular y convalidan ante el mundo el sagrado derecho del pueblo colombiano a la rebelión. Las FARC-EP reafirman la bandera de la solución política a la crisis, que con la participación mayoritaria de los colombianos, pueda definir soberanamente la construcción de una nueva institucionalidad, de profundo contenido bolivariano. Se prosigue la tarea de construcción clandestina de Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia y de fortalecimiento del Partido Comunista Clandestino como instrumentos indispensables en la lucha por el poder. La Conferencia dedicó especial atención al tema de la consecución de recursos financieros, necesarios para el desarrollo del Plan Estratégico. Se reajustó el Estado Mayor Central, y se establecieron responsabilidades y estructuras de gobierno en los planos nacional, regional y municipal para la eventualidad de un acceso al poder por la vía de las armas.
Manuel Marulanda Vélez El artesano de la estrategia
Las FARC son una organización política-militar que lucha por la toma del poder para el pueblo. Su táctica es la combinación de todas las formas de lucha de masas.
Aplican a la realidad colombiana los principios fundamentales del marxismo leninismo. Se inspiran en el pensamiento revolucionario del Libertador Simón Bolívar. Se rigen por el Plan Estratégico, la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia, las conclusiones de sus Conferencias y de los plenos de su Estado Mayor Central. En las FARC, Bolívar y Marx se complementan, marchan juntos, constituyéndose en una potencia demoledora contra la opresión. Propugnan –como lo reseñan sus Estatutos- por la creación de un auténtico ejército bolivariano, tal como lo concibiera el propio “arquitecto de castillos en el aire”, Bolívar, es decir, movidos por el amor al pueblo y a la patria, y el odio a la tiranía.
Es tal el ingenio de Marulanda que ha obligado al Estado y a la comandancia militar a adecuar el despliegue de su fuerza al Plan Estratégico de las FARC, surgido de su aguda visión del conflicto. A la estructuración de las FARC en siete Bloques, el ejército ha respondido con la creación de siete Divisiones cuyo dispositivo coincide con la dislocación de la fuerza guerrillera para contrarrestar su accionar, contando con el apoyo político, económico y militar del gobierno de los Estados Unidos. Refiriéndose a la estrategia nacional del Estado que integra esfuerzos en lo político, económico, social y militar, el general Bonett admite que a diferencia de la mayoría de países, en la que prevalece la integridad territorial, la de Colombia coloca el acento en la seguridad interna, y su objetivo es controlar el territorio, proteger los recursos naturales, las inversiones nacionales y extranjeras, dar seguridad a la infraestructura nacional, impedir el avance de la guerrilla, la insurrección del pueblo, y la defensa del gobierno. Todo está estructurado en esa estrategia para mantener el poder político en manos de las oligarquías y para garantizar a las trasnacionales el expolio neoliberal de nuestras riquezas.
La estrategia de las FARC tiene dos direcciones o senderos: la toma del poder por la vía de las armas, y el acceso al mismo por la vía política, de las alianzas y de la solución diplomática del conflicto. Comienza con el despliegue de la fuerza, acompañado de la acumulación y el desarrollo de esa fuerza en tres fases o etapas –que no entramos a detallar-, las cuales se han venido surtiendo paso a paso, con avances y retrocesos, como ocurre con toda realidad, pero sin perder de vista el norte estratégico. El despliegue de la fuerza se ha completado y las FARC hacen presencia en todo el territorio nacional.
Las tareas generales son de crecimiento, vigorización de los frentes, consecución de medios para la confrontación, construcción de corredores estratégicos, organización de masas, de Partido Comunista Clandestino, Movimiento Bolivariano, activación de Redes urbanas militares, de milicias bolivarianas en el campo y la ciudad, de frentes de masas, etc., esfuerzos conectados con la idea del levantamiento insurreccional. Sin levantamiento insurreccional no hay nada. Todo está proyectado para fusionar el torrente de la lucha popular con la fuerza guerrillera que desciende de la montaña. Cuando estén dadas las condiciones, entrará en funcionamiento el Comando General que dirigirá la ofensiva, conformado por el Secretariado y los comandantes de los Bloques.
Hace parte de la estrategia una política de fronteras.
Las FARC no incursionan contra los ejércitos de los países vecinos, y define claramente que no son sus enemigos. Desarrollan una intensa labor de contactos internacionales orientados a lograr el reconocimiento de su estatus beligerante. En caso de una intervención militar directa, masiva de los Estados Unidos en el conflicto interno de Colombia, la confrontación adquiría el carácter de guerra patria.
En el plano interno las FARC dirigen esfuerzos hacia sectores patrióticos y bolivarianos de las Fuerzas Armadas, a quienes considera indispensables en el proyecto de construcción de la Nueva Colombia; desarrolla una gran actividad de contactos con organizaciones políticas y sociales del país con miras a articular una alternativa política hacia la instauración de un nuevo gobierno verdaderamente democrático y soberano; Propicia diálogos de paz con el gobierno de acuerdo a sus lineamientos estratégicos; Define políticas para la unidad de acción con otras organizaciones insurgentes; se ocupa de la suerte de los guerrilleros presos y lisiados de guerra; del funcionamiento de hospitales de campaña y de talleres de reparación de armamento, de fabricación de armas y explosivos; Busca estabilizar la Cadena Radial Bolivariana, Voz de la Resistencia y otros instrumentos de difusión, como mecanismo de orientación política al pueblo. Estas son entre otras, algunas líneas de acción del Plan estratégico de las FARC. Desde luego hay aspectos de la estrategia que continúan cuidadosamente guardados en el cofre de los arcanos, sobre todo los relacionados con los reajustes a la misma, insinuados por la cambiante2realidad, la dialéctica natural de los acontecimientos políticos y militares, que solamente son del dominio del Comandante en Jefe y de su equipo de trabajo, los integrantes del Secretariado. Fundamental preocupación constituía para Marulanda la formación de mandos político-militares capaces, para el desarrollo y la conducción del proyecto.
Siempre, personalmente se ocupó de la dirección de la Escuela Nacional de cuadros “Hernando González Acosta”, en la que él mismo fungía como instructor. Apreciaba mucho el intercambio de experiencias como camino más rápido para el aprendizaje, y en tal sentido daba gran importancia a la exposición de casos tácticos en el tablero por parte de los mandos que pasaban por la escuela.
Se explicaban todos los detalles: lo positivo, lo negativo, el plan, la ejecución del mismo, rutas de aproximación, el repliegue, los aseguramientos y contenciones, avanzadas, grupos antiaéreos, etc., de tal manera que los estudiantes salían esclarecidos con este método de clases magistrales.
Las experiencias en la construcción política también eran y siguen siendo objeto de intercambio. Para el desarrollo del Plan Estratégico requerimos 600 comandantes de Compañía, explicaba el Comandante Manuel. Desde luego esto supone la existencia de 1.200 comandantes de Guerrilla y 2.400 de Escuadra. La formación de los mandos en las FARC es atendida por la escuela nacional y por las escuelas de los bloques y los frentes.
La magnitud de la empresa y el significado de la toma del poder en Colombia, debe mirarse a la luz de la realidad. La lectura de la misma sugiere tener en cuenta que Colombia es un país intervenido militarmente por el gobierno de los Estados Unidos. El Plan LASO, el Plan Colombia, el Plan Patriota, son la misma espiral violenta de una intervención que no cesa. Este último es la continuación de la intervención de los años 60. La mutación de los pretextos o justificaciones ideológicas solo buscan asegurar el engaño. La lucha contra el “enemigo interno”, el comunismo, el narcotráfico y el terrorismo, son infames sofismas de distracción y demonios de la manipulación mediática que encubren el expolio neoliberal de Nuestra América, el despojo del petróleo, del gas, del carbón, el agua y la biodiversidad.
Algunos, coincidiendo con tales campañas mediáticas, califican a las FARC como guerrilla endémica que asumió su estado de insurgencia como una forma de vida, y que por2eso no les interesaría la toma del poder. Tal vez en desarrollo de esa lógica absurda es que han llegado a la conclusión de que la lucha armada sólo fue viable hasta los años 70 y sugieren entonces el trueque de las armas por la sola lucha electoral, sin tener en cuenta la condición violenta que caracteriza al Estado colombiano.
A la cuestión del por qué la guerrilla no se ha tomado el poder, responde Manuel Marulanda Vélez: “Es muy difícil hacerse entender y puede que lo que uno diga no sea de entera complacencia, pero ninguna situación revolucionaria se da por el sólo deseo de los revolucionarios, tampoco se da por el deseo de los jefes políticos y militares, sino que obedece a una situación especial que debe darse en el país. Condiciones que no surgen en 4 o 5 años. Para que todo el mundo comprenda, se trata es de hacer un cambio de estructuras, de hacer la revolución, que hay que derrocar el sistema, que hay que cambiar el ejército por uno nuevo… eso no puede hacerse de un momento para otro… Todo obedece a una situación política, económica y social, y además a factores objetivos y subjetivos.
Que si hay una situación dada no está la otra; entonces, hasta que aquellas cosas no se den en su conjunto, la fuerza reaccionaria no se haya debilitado por las diversas contradicciones, es imposible desembocar en la revolución”. La formación de un ejército revolucionario para la toma del poder demanda la consolidación de unas condiciones específicas:
“…Lo primero que necesitamos es un mando bien estructurado en el aspecto político y militar; con dominio sobre la situación política del país.
Y la formación de los mandos es un proceso largo. Necesitamos de mandos capaces en el aspecto político y militar; mandos medios que requieren una preparación suficiente y prolongada, con muchos conocimientos para conducir tropas. Necesitamos tropas preparadas, entrenadas”.
Por otra parte, “la consecución de armamento en este país no es fácil; aquí uno va a una tienda y puede conseguir un bulto de arroz, otro de panela, otro de chocolate, pero no puede ir a una tienda a decir: véndame 50 fusiles o véndame 20.000 cartuchos... También se requiere crear todo un equipo de profesionales en materia de especialidades… Lo estoy diciendo a manera de ejemplo, pongamos 40.000 hombres: ¿Cuántos especialistas necesitarían? – médicos, enfermeros, expertos en comunicaciones, topógrafos, ingenieros, explosivistas, artilleros, propagandistas, choferes para el transporte de tropas- Se necesitan miles… Es gente que hay que prepararla. Ese proceso no se da así tan rápido como uno quisiera… Tanto la formación de un ejército, como la toma del poder, no se pueden dar de la noche a la mañana. A mí no se me ocurre que personas cultas y capaces, piensen que un proceso revolucionario se puede efectuar de un momento a otro… No me incomoda pensar, que nosotros en este proceso de lucha no nos hayamos tomado el poder todavía; no me incomoda, porque hay que partir de un análisis justo y realista de cada una de las situaciones para poder pensar cuándo nos tomamos el poder”.
Hay un plan en marcha para toma del poder, y eso es lo importante. Y que avanza. Si no fuera así no se estaría dando ese escalamiento de la intervención militar directa del gobierno de los Estados Unidos en el conflicto interno de Colombia.
El nuevo modo de operar como línea táctica emanada de la Séptima Conferencia es explicado así por el comandante Marulanda: “Es un Nuevo Modo de Operar para golpear al enemigo en los diferentes desplazamientos diurnos y nocturnos; en los distintos terrenos de la geografía nacional… si vamos a la casa de ellos, donde tienen sus trincheras, tienen sus ametralladoras, sus morteros, sus abastecimientos y bien planeada la defensa, así es mucho más costoso para nosotros y estamos expuestos al peligro. Por ello la guerrilla debe buscar la manera de hacerlos desplazar para golpearlos en movimiento, teniendo en cuenta el amplio concepto que encierra la disciplina. El ataque al enemigo debe ser permanente y no por cosechas. Lo que se necesita es dinamizar nuestra operatividad, persiguiéndolos constantemente sin darles tiempo para el descanso. –Lo decía de otra manera recientemente: la Novena Conferencia en su análisis tiene que examinar con atención todo lo que nos rodea a favor y en contra para poder dar pasos firmes en la concreción y ratificación de tareas de todo orden para fortalecer el Plan Estratégico. En el entendido que lo fundamental en la actual coyuntura de este gobierno paramilitar, es movilización y organización de masas en dirección a alcanzar el objetivo supremo: la toma del poder, mediante variadas acciones donde ello sea posible. Incluido el permanente accionar guerrillero, sean estas acciones grandes, pequeñas o medianas, donde apliquemos el dicho maoísta: “Dios, fusil, nosotros y pólvora”, en cuarteles, carreteras, transportes, montañas, puentes, torres eléctricas, bancos, petróleo y desplazamientos de tropas en operativos etc.
Todo ello dirigido contra la dirigencia gobernante y la economía para debilitarla. Y Dios, en este caso es el pueblo-. ¿Qué tal que el enemigo se trace una nueva táctica de no salir de los Batallones? La Guerrilla no puede quedarse quieta por ningún motivo; debe buscar la manera de golpear a los guardias, a las patrullas avanzadas de seguridad, dejarlos sin luz, agua, golpear los medios de abastecimiento, aislarlos de la población civil a través de la propaganda, combinando la parte militar con la política, y así, estamos cumpliendo con los objetivos del Nuevo Modo de Operar. Mejor dicho, la guerrilla tiene que recurrir a todos los medios indispensables: paralizando los abastecimientos, la energía, carreteras, transportes y otras actividades, que le garanticen su éxito sobre el enemigo, sin dejarlo reponer ni moral ni físicamente. Sin esperar que seamos cientos de hombres, los podemos golpear con pequeños comandos, Escuadras, Guerrillas, Compañías y Columnas. En lo anterior, prima por encima de todo la voluntad de los mandos y combatientes, porque no hay triunfo sin esfuerzo y perseverancia.
Sin olvidar el elemento principal para toda clase de acciones: la inteligencia. Esta, debe ser permanente, sin interrupción y utilizarla en los desplazamientos diurnos y nocturnos; en los escondites en ciudades y campos. Hacer todo guardando el secreto, para evitar golpes del enemigo”.
En cuanto a lo operacional y lo táctico que pincela de alguna manera su concepción de la guerra de guerrillas, opina Marulanda: “La parte operacional es el desarrollo permanente del accionar del Movimiento guerrillero. Ahora, si nos ponemos a hacer una diferencia, podemos considerar una operación militar en gran escala de todas las unidades del Bloque Sur, que involucre la mayor parte de las Fuerzas Armadas situadas dentro de su territorio, o una acción que los involucre a todos, como parte de un plan operacional.
Es algo complejo, ya que es algo grande. Caso táctico puede ser atacar una patrulla, atacar un camión con tropas, policías, sicarios, paramilitares; todas esas pequeñas acciones sumadas son casos tácticos; en cambio una operación, involucra un gran cuerpo armado con acciones que pueden durar 24 horas, 20 días, uno o dos meses. Ahora veamos: si el Sur se trazara la tarea de atacar 5 o 6 Batallones simultáneamente en su jurisdicción, esto se llama operación, y puede ser relámpago o prolongada; paralizando carreteras a la misma hora para ejercer control sobre el comercio, el transporte, etc. Una operación puede tener como finalidad, desalojar al enemigo de una posición. Naturalmente para acciones de ésta naturaleza tenemos que crear todas las condiciones, incluido hasta el más mínimo detalle; sin olvidar el apoyo de masas, táctica operativa y estrategia.
Esta última termina con la toma total del territorio, o la capital de la República para quedarnos con ella, y como tal, instalar el poder. Es para esto que se necesita la cantidad de mandos y compañías, de que hemos venido hablando; y se necesitan bien armados.
El abrazo con Bolívar
No es una ocurrencia de última hora. El abrazo con el Libertador está plasmado en los Estatutos de las FARC, como ya fue comentado. El Plan Estratégico también se denomina por determinación de una Conferencia guerrillera CAMPAÑA BOLIVARIANA POR LA NUEVA COLOMBIA. Bolívar combate en los fusiles y en las ideas de las FARC, o mejor, las FARC en sus batallas por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo, empuñan la inmensa Bandera al viento del proyecto político y social del libertador Simón Bolívar, que hoy regresa en el vislumbre de esta nueva alborada, acompañado por todos los héroes de la independencia de Nuestra América. El Comandante Jesús Santrich en su artículo “Ese abrazo con Bolívar” aparecido en la revista RESISTENCIA número 36, evoca la vibrante intervención del historiador militante Juvenal Herrera Torres en uno de nuestros campamentos y que arroja pistas fehacientes sobre este suceso: “Siempre ha sido para mí muy grato el encuentro con ustedes, desde aquella época en que en el año de 1983 iniciábamos, por decirlo así, la cátedra bolivariana en nuestro país y precisamente con quienes constituyen la versión actual del ejército bolivariano. Valga la ocasión para recordar algunas cosas desde entonces: las palabras del compañero Nariño, cuando en el Quinto Frente hacíamos un cursillo bolivariano y planteaba que esto es lo que nos hace falta a nosotros y cuente con la invitación de Jacobo y de Manuel, porque, evidentemente, tenemos que nutrirnos del pensamiento bolivariano. Luego, ya con Jacobo y con Manuel, se profundizaba en ese contacto y en ese encuentro con las ideas bolivarianas, y fuimos identificando muchas cosas importantes, como que ningún movimiento revolucionario puede triunfar si no tiene dominio de la historia de su pueblo
… A ese Estado que dice ser colombiano, no le conviene que el pueblo se eduque en el conocimiento de su propia historia, en el pensamiento bolivariano, porque esto desnuda la crueldad de un régimen que desde la muerte del Libertador, no ha sido más que de intolerancia suprema, de aniquilamiento popular y de traición a la patria”. Evocó Juvenal –dice Santrich- una velada en la que con el comandante fariano Pablo Catatumbo, autor de El proyecto político del Libertador -recientemente designado jefe del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia-, recordaron el suceso de un danés que después de conocer a Bolívar había escrito, que no era fácil que cuando uno sabe de un héroe, sea más grande el héroe que uno conoce que el hombre que se había imaginado. Yo quería conocer al hombre de América, que es Bolívar, había dicho el europeo. Entonces, explicó Juvenal que de esa circunstancia surgió el nombre de la que por aquellos días era su obra más reciente: Bolívar, el Hombre de América, Presencia y Camino, en la que tuvo el valor de exaltar el surgimiento del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, lanzado por las FARC en abril de 2000, aquel 29 de amor. El trabajo se publicó el mismo año, en dos tomos que se convirtieron en material de estudio fundamental para los guerrilleros de las FARC. Bolívar, entonces, es puesto a marchar entre la gente y con la gente, por rutas diversas e inhóspitas trochas de la patria, vistiéndose de poncho, calzándose de abarca o alpargata, andando tramos a pie desnudo, con el obrero, con el desplazado, viajando en las mochilas de indígenas nasa, coreguaje, cogui, arhuacos, wayuu, embera…; hermanándose con el poporo, envuelto en un costal sobre el costillar de una mula, entre las partituras del músico, los pinceles del artista, las metáforas del poeta, dándole ideas y ánimo a un estudiante ya en el aula de clases o en la pedrea de protesta, o quién sabe por qué otros rumbos particulares, siempre en busca de la libertad. Pero antes, los guerrilleros de Manuel ya estudiaban a BOLIVAR, vigencia histórica y política, obra del mismo historiador, y El ser guerrero del Libertador, trascendental trabajo salido de la pluma del general Álvaro Valencia Tovar, y que Jacobo Arenas sacara en edición mimeografiada en la montaña, para estudio obligatorio de los combatientes guerrilleros. La Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar surgida en 1987, fue un bello intento de unidad de la insurgencia colombiana, y este proyecto brotó en un campamento de las FARC con la presencia de Manuel Marulanda Vélez y otros líderes de la guerrilla. El lanzamiento por las FARC en el 2000 del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, en el marco de los diálogos de San Vicente del Caguán, y al que concurrieron cerca de 30 mil personal provenientes de las selvas, de los ríos y de las ciudades, muestran la estirpe bolivariana del proyecto de las FARC.
Ese abrazo con Bolívar es un abrazo consciente, afectuoso, de soldado a comandante, desde que Marulanda sembró en la mente y en el corazón del guerrillero que nuestra lucha está por todos los flancos hermanada con el anhelo de Patria Grande, de gran nación de repúblicas, que con los más puros sentimientos de nuestros héroes de la libertad cohesionan la lucha de los pueblos de la América nuestra. No es casual que Manuel Marulanda Vélez haya aceptado hacer parte de la presidencia colectiva de la Coordinadora Continental Bolivariana y que haya empeñado todos sus esfuerzos porque las FARC fueran un factor de unidad de los revolucionarios del continente. El nuevo comandante, Alfonso Cano, es garantía de continuidad de esta determinación. A esta casta de revolucionarios bolivarianos no la va la contener una oligarquía santanderista, como la de Bogotá que desde hace 178 años ha pugnado por proscribir el proyecto bolivariano y alejarlo de las fundadas esperanzas de los pueblos.
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