miércoles, 14 de abril de 2010
¡Si no sembramos la mata que mata, el hambre nos mata!
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Podríamos afirmar sin temor alguno a equivocarnos que el problema del campesino cocalero puede resumirse y caracterizarse apropiadamente con el título de este artículo: “Si no sembramos la mata que mata, el hambre nos mata”.
Los problemas del campesinado colombiano surgen de la entraña misma de los que aquejan a la sociedad colombiana en su conjunto, y por lo tanto, la solución a los mismos pasan necesariamente por lograr cambios de fondo en la estructura misma de la sociedad; pero estos cambios deben ser realizados por las grandes masas del pueblo colombiano, pues de otra forma, se continuaría cayendo en el error de adoptar engañosas reformas que en últimas no son la solución a los grandes problemas que nos agobian, y que además, son realizadas por la misma clase dirigente para aplacar las ganas de verdaderos cambios y el espíritu combativo de la gran mayoría de colombianos.
Durante los últimos años el gobierno Uribista en criminal alianza con el de los Estados Unidos, por medio de uno de los componentes del nefasto Plan Colombia, se ha empeñado caprichosamente en realizar una campaña de desprestigio y criminalización contra los campesinos que se han visto obligados, a causa de la pobreza y miseria que abunda en nuestros campos, a adoptar la siembra de la mata de coca como la forma de subsistencia característica de quienes se niegan a perecer en medio de las inclemencias del sistema capitalista.
Esta campaña ha venido acompañada de la “mano dura” que prometió el presidente Uribe Vélez en su campaña presidencial, es decir, represión militar en todos los sentidos, fumigaciones indiscriminadas con glifosato y falsos positivos a lo largo y ancho de toda nuestra geografía nacional.
Pero lo más cínico de todo este entramado mafioso, es precisamente que quienes han realizado toda esta campaña de criminalización que se ha visto traducida en la realización de propagandas que tergiversan el verdadero fondo del problema, y quienes se han inventado toda esta política represiva en contra del campesinado colombiano son exactamente los mismos que se quedan con las millonarias ganancias del producido final de la hoja de la mata de coca: la cocaína.
Por un lado, elaboran toda una estrategia de guerra contra los cultivos ilícitos, y por el otro, se dedican a llenar sus arcas con el dinero producto de la comercialización de los mismos. Y entonces, la pregunta que tendríamos que hacernos es la siguiente: ¿Quién es más criminal? ¿El que siembra la mata de coca para poder subsistir en medio de la más absoluta pobreza y miseria causada por el abandono estatal?; o¿ el que se lucra y consagra su vida a engordar sus cuentas bancarias de millones de dólares producto de la comercialización de la cocaína, y al mismo tiempo, realiza una campaña de descrédito contra el campesinado que siembra la mata de la cual sale el producto que él mismo comercializa, mostrándose ante la opinión pública como todo un santo y héroe de la patria?
La respuesta es clara, y evidencia el carácter mafioso, paramilitar y criminal del gobierno colombiano que cada día adopta políticas más represivas en contra de nuestro pueblo, al tiempo que trata con más benevolencia a las multinacionales extranjeras que vienen a robarnos nuestras riquezas; que se empeña en negar la existencia del conflicto armado, pero intenta por todos los medios eternizar el impuesto para la guerra; que le dice al campesino tiernamente por medio de una propaganda de televisión: “no siembres la mata que mata” al tiempo que le ordena a sus secuaces paramilitares: “vendamos y comercialicemos la mata que mata”, pero para matar a todo el pueblo colombiano por medio del hambre, la miseria y la represión.
La violencia estatal, contínua y sistemática en contra del campesino cocalero no hace sino evidenciar el carácter clasista del estado colombiano, al tiempo que esclarece al campesinado, por medio de la vivencia diaria y cotidiana, acerca de quién es el enemigo verdadero del pueblo y de sus intereses.
Por el contrario en el punto 12 de la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia se plantea que una solución de fondo al fenómeno de producción, comercialización y consumo de alucinógenos pasa necesariamente por el reconocimiento de que se trata de un complejo problema social que no puede tratarse por la vía militar.
Es un problema que contrario a lo que piensa el gobierno nunca podrá solucionarse por la vía represiva. Así como nunca, tampoco, podrá derrotarse a la insurgencia por la vía militar, pues precisamente como ejército, como expresión armada de un pueblo que pelea dignamente por su libertad, ha nacido por causa de los grandes y profundos problemas sociales, políticos, económicos, y en fin, de los inmensos problemas estructurales que aquejan a nuestra patria.
Las FARC-EP ha planteado soluciones integrales para la siembra de la mata de coca por medio de la sustitución de cultivos, con inversión social integral en las zonas cocaleras, como por ejemplo la de Cartagena del Chairá durante los diálogos de Paz con el presidente Andrés Pastrana.
Obviamente la oligarquía siempre se encargó de empantanar la ejecución del plan piloto, como se ha encargado siempre de exterminar cualquier propuesta seria que salga del pueblo colombiano en torno a la resolución definitiva de los problemas que atañen a las grandes mayorías nacionales.
Igualmente en nuestros planteamientos diferenciamos ampliamente entre lo que es y significa el narcotráfico, de lo que es la siembra de coca por parte del campesino. El primero es un fenómeno creado por el capitalismo en su construcción permanente de necesidades de consumo, mientras el segundo es un problema eminentemente social.
El ejército del pueblo, como movimiento que ha surgido históricamente del campesinado y que ha estado siempre íntegramente ligado al mismo, conoce profunda y suficientemente de los problemas que aquejan a este sector del pueblo.
Diariamente, en nuestro trasegar guerrillero, interactuamos y dialogamos con los campesinos colombianos, sufrimos sus dolores y gozamos sus alegrías; sabemos de sus miserias y compartimos sus demandas.
Por eso, precisamente, siempre les decimos y nunca nos cansaremos de hacerlo, que la respuesta ante tanta barbarie por parte del estado debe ser contundente y ya está trazada: “ORGANÍZATE Y PELEA”.
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- Jacobo
- Voy Tras la huella que un día Marulanda desde Marquetalia luchando trazo, quiero seguir sus pasos ser Hombre nuevo, en el combate ser el primero, peleando siempre por la verdad.
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