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lunes, 30 de mayo de 2011

FARC-EP 47 Años de Resistencia y Dignidad




FARC-EP 47 Años de Resistencia y Dignidad

Bloques Iván Ríos y Martín Caballero- El 27 de mayo de 1964 marca el inicio en Marquetalia de 47 años de dignidad y ejemplar epopeya de resistencia insurgente antiimperialista por la Nueva Colombia. Desde entonces, el régimen ha utilizado la mentira para ocultar los fracasos de su guerra anti-popular, desplegada para garantizar los intereses económicos de las trasnacionales, al tiempo que hace intentos descomunales por estigmatizar a sus opositores y profundiza la deuda social con las mayorías, sumergiéndolas en insoportable pobreza ominosa.
El régimen que sirve a los ricos de Colombia y el extranjero, para aplastar a sangre y fuego las justas exigencias de los campesinos y gente más empobrecida, se inventó la existencia de lo que llamó en los años sesenta del siglo pasado las “repúblicas independientes”, argumentando que estas amenazaban con fracturar la unidad nacional y propalando la necesidad de su desarticulación, para justificar la intervención militar. Con esos argumentos falaces y perversos, en vez de dar solución a los ingentes problemas derivados de la miseria se inventó el Plan Laso por orden y con la participación directa de Washington en una guerra fratricida que aún no termina. Año tras año, dentro de ese esquema general, ocultando o tergiversando la realidad, cada gobierno oligárquico simula victorias definitivas sobre la legítima insurgencia que crece como consecuencia del agravamiento de las causas sociales que la engendraron.

Desde 1964, año de fundación heroica de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, once mandatarios enemigos del clamor popular de justicia y patria digna, han pasado sin pena ni gloria por la casa de gobierno trazando una historia de crueldad contra nuestro pueblo valeroso y de entreguismo abyecto a los designios de las voraces Corporaciones capitalistas de Estados Unidos y Europa. En la conciencia colectiva de los explotados están los nombres de esos personajes que han representado a la clase criminal que explota y victimiza; permanecen, tanto por su condición de verdugos imperdonables del régimen de terror que nos han impuesto para enriquecerse, como porque son evidencia de que el pueblo organizado puede resistir al imperialismo, acrecentando la experiencia y la dignidad hasta vencer.
Una nueva historiografía comienza a nacer con la pervivencia del ejército bolivariano de Manuel. Una lectura bolivariana de la historia está surgiendo desde los campamentos insurgentes y desde la conciencia altiva de las masas que en medio de la miseria combaten con decoro teniendo presente que no ha de olvidarse la pista de los Presidentes que desde la resistencia de Marquetalia son los gestores de las ignominias y crueldades que agobian a las mayorías en Colombia: Guillermo León Valencia (1962-1966); Carlos Lleras Restrepo (1966-1970); Misael Pastrana Borrero (1970-1974); Alfonso López Michelsen (1974-1978); Julio César Turbay Ayala (1978-1982); Belisario Betancur Cuartas (1982-1986); Virgilio Barco Vargas (1986-1990); César Gaviria Trujillo (1990-1994); Ernesto Samper Pizano (1994-1998); Andrés Pastrana Arango (1998-2002); Álvaro Uribe Vélez (2002- 2010 ).

Éste último criminal cambió la constitución para incrementar su período presidencial 4 años más sobre la promesa de derrotar a la insurgencia. Pero también salió mascullando su fracaso, con sus manos chorreando sangre de humildes, pero aún haciendo malabarismos para que le sucediera el otro asesino al que venimos enfrentando desde que en el gobierno pasado fungía como Ministro de la guerra sucia y el terror: Juan Manuel Santos.

Como a ningún otro quizás, a ese espantajo abominable de apellido Uribe, le resalta su condición asquerosa de matarife de seres humanos, su carácter de gánster corrupto, mafioso, que comparte enteramente con Juan Manuel Santos y los cómplices que le asignaron el teflón de una falsa aceptación popular montada con fraudes y mentiras mediáticas, con el cohecho que le permitió cambiar el orden constitucional para favorecer su reelección, con peculados, con robos incontables y decisiones de gobierno que han lesionado por completo la soberanía nacional. Estos truhanes, tarde o temprano culminarán su agonía política, sin duda, con la vindicta de los ofendidos más allá de que sigan rodeados de los escándalos que se suscitan con las denuncias ciudadanas y procesos judiciales que los señalan a ellos y sus colaboradores como artífices de masacres inocultables, de falsas desmovilizaciones y de la corrupción más desvergonzada que se haya producido en el sector de la salud, en el agro, en la infraestructura, en el DAS…, y en todos los espacios que han sido contaminados con la putrefacción de su poder fullero.

No es con bravuconadas militaristas que se resuelven los problemas de supervivencia que tienen más de treinta millones de compatriotas ahora asediados, además, por un invierno pertinaz que por culpa de la imprevisión estatal y del arrasamiento ambiental de la explotación capitalista coloca en desprotección extrema y sin soluciones a más de 3.5 millones de damnificados. Desde la época del Brigadier General Alberto Ruiz Novoa en la operación contrainsurgente Laso, hasta el actual comandante Mayor General Alejandro Navas Ramos, todos dijeron tener a las FARC a punto de la derrota, como si ello fuera la salida a la miseria que ha hecho reproducir el descontento nacional.
En todo ese lapso de insensatez, al menos 30 de los “estrategas” militares de la oligarquía colombiana subordinados al pentágono, ya como comandantes del ejército ó como ministros de defensa, han visto el fracaso de su doctrinas guerreristas, incluyendo a los civiles que desde la década de 1990 comenzaron a oficiar como ministros de tal espacio del gobierno, sin que ello significara que dejaran de lado la particular conducta abusiva de chafarotes que poseen quienes asumen ese cargo. El liberal Rafael Pardo inauguró esa figura mostrándonos que el problema de la concepción militarista no deriva del hecho de tener o no tener uniforme castrense; y así o de peor manera también pasaron elementos descompuestos como el ahora presidente Juan Manuel Santos y fantoches como el actual ministro Guillermo Rivera.
Al frente del ejército de la oligarquía que tantas vidas inocentes ha segado con crueldad, estuvieron hombres que hoy posan de militares decorosos cuando en realidad han sido azote para su pueblo y lisonja para los expoliadores imperiales. Entre ellos se cuentan a Álvaro Valencia Tovar, Rafael Samudio, Harold Bedoya, Enrique Mora, Freddy Padilla y otros generales recordados por su historia escrita con la sangre que entre afrenta y afrenta le han hecho derramar a la patria. Así, delincuentes como el general Mario Montoya, que son gestores de la guerra sucia, de innúmeras masacres, ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas, falsas desmovilizaciones de paramilitares…, son clara muestra de la degradación de las Fuerzas Militares y de su entrega impúdica a los intereses yanquis. Todos ellos han visto frustrado su vano sueño de disuadir por la fuerza al pueblo que los condena y que, alzado en armas, resiste con la convicción absoluta en la victoria.

Hasta hace poco tiempo, cuando Oscar González aún fungía como comandante del ejército opresor, aseguró que en los ocho años del gobierno de Uribe Vélez mediante los ataques ofensivos de las Fuerzas Militares, el régimen había logrado bajar la cifra de 20 mil guerrilleros de las FARC a 7 mil; agregando que este personal estaba “sin comando, sin control, sin comunicaciones, totalmente atomizados, dedicados al narcotráfico y más temprano que tarde van a terminar convertidos en bandas criminales”. (Www.caracol.com. Agosto 6 de 2010). Pero en las cuentas del actual Ministro de la Defensa, el señor Rivera, se consigna que en el mismo período se desmovilizaron 15418 guerrilleros de las FARC, pero además hubo supuestamente 36916 capturas y 13819 insurgentes abatidos. Como se observa se trata de cuentas contradictorias, absurdas, que han querido completar sumándole personas inermes a las que asesinan de cualquier manera para luego reportarlas como “guerrilleros dados de baja en combate”. A este ritmo ya hubiésemos desaparecido varias veces. Entonces, ¿contra quién pelea el régimen, acaso contra fantasmas? Macabra incoherencia surgida de una verdadera borrachera triunfalista, cuya resaca se comienza a percibir sin remedio en el seno de una oligarquía desesperada y apátrida que no ha querido entender que un diálogo sincero, de cara al país, buscando soluciones urgentes a la inmensa deuda social que padecemos, es la salida acertada para esta larga confrontación que desangra a Colombia.
Después de 47 años de resistencia, sobrepasando todos los improperios con que nos estigmatizan para restarnos la legitimidad ganada, enfrentando la más tenaz arremetida bélica que se adelanta en el continente utilizando la tecnología de punta militar más avanzada en materia de destrucción, sobreponiéndonos valerosa e indoblegablemente de la nefanda ofensiva desmedida del Plan Colombia, al lado de nuestro pueblo heroico, en los albores del siglo XXI, con nuestras inquebrantables convicciones socialistas y bolivarianas decimos presente, en esta fecha memorable, dando el parte de victoria de la permanencia en la lucha irrestricta por el comunismo y la patria Grande del Libertador.

Ni “fin del fin”, ni “post-conflicto”. Esta guerra no se gana ni se resuelve con mentiras ni con alharacas vanas sobre si el régimen reconoce o no, formalmente, la existencia del “conflicto armado”. Este no existe ni deja de existir por simple deseo o dádiva de cualquier mandatario de turno, o por la pataleta de un ex presidente mafioso arrebatado por el odio y la codicia. El conflicto social y armado está presente y no se trata solo de armas y leguleyadas. Las razones políticas y sociales se han agudizado por el detrimento de las condiciones de vida de las mayorías nacionales. Vale recordar en tal sentido, las palabras de Manuel Marulanda Vélez en el comunicado de los 30 años en 1994: “Con los dineros invertidos en la guerra contra los 48 hombres en Marquetalia, el gobierno pudo haber mejorado las condiciones de vida de los habitantes de la región y rehabilitar las poblaciones, en forma considerable, de Gaitania, Planadas, Sur de Atá, Santa Rita, Praga, Chapinero, San Luis, Aipecito, Órganos, La Estrella y otros. Pero primaron las fuerzas reaccionarias y dieron comienzo a un nuevo capítulo de la violencia, que hoy estamos viviendo en todo el territorio nacional, patrocinado por el Frente Nacional, en cabeza de los dos partidos (Liberal y Conservador). De manera que es muy fácil revisar todas las estadísticas y encontraremos a los verdaderos responsables de las calamidades que hoy sufre el pueblo por culpa de esos dirigentes.”
Hoy podemos decir que la deuda social ha crecido. Y que para saldarla, ya no bastarían los billones de pesos que están quemando cada año en
la guerra. Se requiere mucho más en la búsqueda de la paz con justician social. Con tal empeño, las FARC-EP han emprendido el camino y no lo abandonarán jamás.

¡Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio, toda una vida de combate!
¡Honor a nuestros prisioneros de guerra!
¡Viva la memoria de Manuel Marulanda Vélez y de todos nuestros fundadores!
¡Viva Marquetalia!

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Voy Tras la huella que un día Marulanda desde Marquetalia luchando trazo, quiero seguir sus pasos ser Hombre nuevo, en el combate ser el primero, peleando siempre por la verdad.