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lunes, 20 de abril de 2009













































EL INTERCAMBIO HUMANITARIO

Una mirada desde los intereses del pueblo Colombiano

Por: Vicente

El Intercambio humanitario, es un tema que venía sonando desde hace muchos años con poco eco en la opinión pública, hasta que la burguesía de este país enfrentó la retención de Ingrid Betancourt y de los 3 norteamericanos, a partir de ahí, el clamor finalmente se escuchó, e incluso, los medios de comunicación se unieron. Ahora Ingrid se encuentra viajando y recibiendo condecoraciones, y los 3 norteamericanos, luego de un tiempo en cuarentena antes de entrar a su país para no “contaminarlo”, retornaron a Estados Unidos. Poco después de la parafernalia triunfalista, las voces se silenciaron, el clamor de los medios de comunicación no se volvió a escuchar y en las altas esferas del poder político colombiano, no se volvió a hablar de Intercambio Humanitario, ya que quienes quedan ahora son los soldados y policías, hijos de ese pueblo trabajador y explotado, que no tiene más alternativas, distintas a la de arriesgar la vida en una guerra fratricida por un salario.

El conflicto armado con causas sociales y políticas

Necesidad del Intercambio Humanitario

Hoy continúan en la selva 26 prisioneros de guerra entre militares y policías, 2 civiles retenidos (para enero está anunciada la liberación de 6 prisioneros por parte de las FARC) y cientos de presos políticos en las cárceles del Estado - gringo y colombiano-, arrojados al olvido por la intransigencia de un gobierno indolente frente a la vida y dignidad de los retenidos, prisioneros de guerra y presos políticos.

De tiempo atrás la clase social dominante ha conducido a nuestro país a una de las mayores crisis sociales por la que ha pasado nuestra historia, pues sin piedad han desterrado a millones de campesinos e indígenas, han cometido sistemáticamente crímenes de lesa humanidad (descuartizando a sus victimas, incluso niños, niñas y mujeres embarazadas) a través del ejército de Colombia y de sus grupos paramilitares, desencadenando la lucha y resistencia de un pueblo que se rehúsa a ser esclavizado y masacrado, y un conflicto armado que se ha venido prolongando por mas de 60 años, tiempo en el que se ha agudizado y deteriorado.

El Estado colombiano en aras de defender los intereses de la oligarquía plantea su política guerrerista como única solución a los problemas sociales que ella misma ha propiciado, es una guerra sucia que está siendo insolentemente negada, ocultada y tergiversada, a través de sus propios medios de comunicación como RCN, Caracol, El Tiempo, entre otros, herramienta fundamental de la burguesía para ejercer la manipulación ideológica del pueblo.

Necesidad del Intercambio Humanitario

La realización de un acuerdo de canje humanitario, implicaría para el gobierno de Uribe el reconocimiento de una guerra interna, y por ende, el reconocimiento político de dos partes en confrontación, desdibujando totalmente el sofisma de terrorismo impuesto a las FARC–EP, desvirtuando totalmente las tesis del uribismo que plantean que en Colombia no existe un conflicto armado causado por un gran conflicto social y político que se prolonga y agudiza, sino que en Colombia, solo existe un “grupo armado” que realiza actos terroristas, convirtiéndolos en terroristas, y su política es no sentarse, ni llegar a acuerdos con terroristas.

El reconocimiento de dicho conflicto armado, comprometería al gobierno a la aplicación de las leyes internacionales como el Derecho Internacional Humanitario (DIH) y demás normatividades que regulan la guerra, situación que a Uribe no le conviene dentro de su lógica de guerra sucia, de “falsos positivos” (dígase crímenes de estado), asesinatos selectivos y seguridad democrática.

Pero está claro que la política del gobierno Uribe es persistir en el imposible de una solución militar a los problemas políticos, económicos y sociales, y estimular los mal llamados “falsos positivos” que no es otra cosa que la cortina de humo para ocultar los espantosos y sistemáticos crímenes de Lesa Humanidad cometidos contra nuestro pueblo. Sin una presión popular grande, el presidente no cederá en sus intereses y tratará a toda costa de impedir un Acuerdo Humanitario, como lo ha hecho, llegando al punto de tener que violar la soberanía de un país vecino, poniendo en riesgo las relaciones diplomáticas de nuestro país masacrando a quien por parte de la insurgencia de las FARC-EP adelantaba los contactos para un canje humanitario y propiciaba todos los caminos posibles hacia la búsqueda de la paz con justicia social.

Acuerdos Humanitarios en el pasado

Durante la historia de Colombia, hemos visto algunos tratados de regulación de la guerra, desde la época en que Simón Bolívar pactó el canje entre prisioneros de guerra con Juan Sámano Septiembre de 1819, y con Pablo Morillo en 1820. Más recientemente humanitario, encontramos acuerdos humanitarios realizados entre las FARC-EP y el Gobierno colombiano, como el de Ernesto Samper en 1997, cuando bajo la mediación de la Cruz Roja y la Iglesia Católica, se logró un acuerdo en el que fueron despejados 14.000 km2 para facilitar la liberación de 70 militares retenidos por la insurgencia; para el 2001, en el gobierno del Presidente Andrés Pastrana se logra otro acuerdo humanitario, en el que son liberados en La Macarena (Meta) y en zona rural de Antioquia 248 soldados y policías; más adelante, en el mismo año, son liberados 300 soldados y policías después de un acuerdo y un canje humanitario que llevó a la libertad a 14 guerrilleros enfermos y 50 policías también en el mismo estado.

Tales antecedentes demuestran que cuando existe voluntad política sí son posibles los acuerdos entre las partes enfrentadas, y que una negociación de canje de prisioneros puede ser el inicio de las conversaciones para poner fin a esta guerra entre colombianos.

El Camino es movilizarse

Es necesario empezar a cambiar la historia de guerra y sangre de nuestro país y exigir a través de la organización y la movilización, no más mentiras y falsedades, no más terrorismo de estado, no más masacres, detenciones selectivas, “ni falsos positivos”; urge que como pueblo colombiano nos unamos para exigir la concreción de un acuerdo de canje humanitario, que nos permita destrabar el camino hacia la construcción de escenarios de diálogo entre todos los sectores sociales y organizaciones populares, alrededor de una misma bandera, la construcción de un gobierno democrático de amplia participación popular, la construcción de una Nueva Colombia con paz y justicia social, la Patria Grande y el Socialismo.




















































































































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