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sábado, 26 de septiembre de 2009

Bases para la agresion





Siendo gobernador de Antioquia (1998-2000), el actual presidente se pronunció en repetidas oportunidades a favor de la intervención militar en el país. Primero suplicó la entrada de los Cascos Azules de las Naciones Unidas para evitar la “inminente Balcanización de Colombia”; después imploró de rodillas, con estridentes alaridos de loco plañidero; la presencia de la flota gringa en el Mar Caribe y los boinas verdes en el territorio colombiano, una vez estos diabólicos jinetes del apocalipsis concluyeran su ronda de muerte y destrucción en el milenario Irak.



No debe sorprender, por tanto, el traicionero y descarado acuerdo firmado por Uribe, con los E.U., que permite al criminal ejército de esa poderosa nación implar, sobre nuestro sagrado suelo patrio; la horripilante bota militar teñida de sangre fresca, prueba inequívoca, de los crímenes de lesa humanidad cometidos en otras latitudes del planeta.
Al ser sacadas de Panamá y luego Manta; estas fuerza mercenaria, de ocupación militar, pueden disponer sin reservas, en Colombia, de cinco bases militares estratégicamente situadas a lo largo y ancho del territorio nacional (en realidad son siete); emplear los puertos de aguas profundas en los dos océanos para que puedan fondear sus enormes barcos de guerra (en el acuerdo firmado los denominan buques de estado); tener submarinos y apostar un modernísimo porta-aviones de la reanimada IV flota estadounidense, frente a la Costa Norte del país, la cual “navega vigilante” entre las apacibles, multicolores y tibias aguas del anchuroso Mar de los Caribes , lista para volar con sus halcones metálicos y sus saetas teledirigidas; contra cualquier brote de rebeldía en la región.
El mando supremo de esta tenebrosa máquina de guerra de los Estados Unidos, asume el control y la dirección directa de la guerra al interior de nuestro país; subordina al mando castrense colombiano; coordina actividades con la CIA, DEA, FBI y con los servicios de inteligencia y asesores Israelíes, británicos, españoles, canadienses y franceses que también actúan impunemente en Colombia, sin que autoridad alguna reclame el respeto por la soberanía nacional, una de las razones fundamental de la existencia del Estado.
Pero, ¿Qué impulsa a los gringos y Uribe a transitar este peligroso camino?
La propaganda oficial difundida profusamente a través de los medios de comunicación de masas; los informes de la Cancillería y del servicio exterior colombiano; las intervenciones públicas de los militares; altos funcionarios del Estado, industriales, banquero, ganaderos, purpurados; la élite oligárquica; se desgañitan pregonando a los cuatro vientos la derrota definitiva de las FARC-EP. Repiten, cual cotorra mojada, el aprendido estribillo de la quimérica llegada a la nación; de la “esplendorosa” era del pos-conflicto.
Los hechos hablan por sí solos. Obama y sus asesores saben que la crisis colombiana es de magnitud desconcertante. Que el Estado, el gobierno, la institucionalidad santanderista y en particular el ejército oficial que sustenta el carcomido andamiaje del régimen, se encuentran atrapados en el fango de miles de ejecuciones extrajudiciales, masacres, corrupción, narcotráfico, paramilitarismo, violaciones a los derechos humanos; conocen que mandos y tropa acusan “fatiga de metal”, que la moral combativa se ha perdido en la milicia.
A este oscuro panorama se agrega el descontento social de un pueblo golpeado por los estragos de la crisis económica que reduce al mínimo las posibilidades de supervivencia del colombiano común, el cual vuelve a colocar las esperanzas de salvación en la unidad con una guerrilla que se ha mostrado invencible
Sin el aporte gringo el régimen mafioso, presidido por Uribe, se hunde irremediablemente y Obama corre a dar la mano que cree, “salvará al amigo”.
Para Washington y Bogotá reconocer que las FARC-EP prosigue altiva en el combate golpeando incesantemente a la Fuerza Pública; labora política y organizativamente sin contratiempos; ensancha las relaciones internacionales sin sobresaltos; significa aceptar lo que no quieren ni desean ver: el rotundo fracaso de los Planes Colombia, Patriotas, Consolidación, Iniciativa Regional Andina y del componente esencial: la mal llamada política de “Seguridad Democrática”.
La otra y quizás más importante razón que tienen los yanquis para entrar en nuestra patria es para su utilización como plataforma de agresión a otras naciones hermanas puesto que en el continente se ha producido una “verdadera rebelión de las comarcas” que abiertamente cuestionan las políticas imperialista.
Varios gobiernos y pueblos del área rompen bruscamente las cadenas que durante centurias los ataron al imperio. En tal sentido dan pasos conducentes hacia una incipiente aunque tímida unidad, expresada en acuerdos comerciales integracionistas como la Alianza Bolivariana de las Américas, Unasur, Banco del Sur, Petro América, Petro Caribe, TV. Sur….; que de prosperar y profundizarse, en el futuro inmediato, arrasarán anacrónicas instituciones tuteladas desde el Norte: OEA, el Tratado Interamericano de Defensa, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros organismos multilaterales dedicados a dividir y mantener sometidas y humilladas nuestras naciones; pero además está emergiendo una nueva forma de diplomacia continental que excluye la permanente injerencia yanqui en los asuntos hemisféricos que resulta intolerable para E.U.
Lo anterior junto con al agotamiento de los recursos no renovables, la crisis general del capitalismo, la emergencia de potencias y bloques rivales; aceleran el reposicionamiento geopolítico y militar de E.U. en América Latina lo cual permitirá hacerse con el petróleo, fuentes de agua potable, bancos genéticos etc. que despilfarraron en su territorio y que hoy pretenden arrebatarnos con invasiones y guerras.
Las consecuencias de la actitud apátrida del Sr. Uribe al entregar Colombia a los gringos y participar del juego imperialista; son impredecibles, por el momento: Se produce un giro radical en la guerra. La expulsión de la tropa de ocupación pasa a ser la tarea central. En ella tiene que participar todo verdadero patriota sin discriminaciones y en la forma que pueda hacerlo. Regionaliza el conflicto. Las naciones vecinas se sienten amenazadas por la presencia de las bases y tropas estadounidenses en Colombia. Un largo historial de matreras invasiones de EU en América Latina y el Caribe; justifican el recelo. Desata la carrera armamentista. Boicotea la integración regional Es la antesala de posibles guerras fratricidas en una región que ha logrado convivir en relativa paz.
Por su parte Barak Obama, presidente de los Estados Unidos debuta, de cara al continente, inaugurando, para nuestra América, la defensa irrestricta de los Narco-Estados
Notifica a nuestra América que vendrán muchos más Uribes. “Son unos hijos de perra…pero son nuestros hijos de perra” sentenció un ex presidente del país del Norte. Otro agregó que “Estados Unidos no tiene amigos sino intereses “y, desde luego estos se defienden con bombarderos, cañoneras, misiles, pólvora y metralla
Obama aprendió bien la lección y ahora comienza su infame aplicación. Al parecer omitió un pequeño gran detalle: la América Meridional ya no es el borrego de siempre. Quiere ser y será libre. No existe en el mundo fuerza capaz de detener ese impulso.
Bolívar, a doscientos años de haber comenzado su gesta libertaria contra España, nos señala el camino para desterrar, definitivamente al nuevo imperio.
El pueblo de Colombia no pidió la intervención. Es víctima de Alta traición a la patria por parte de un presidente y una casta gobernante entregados por entero al amo del norte. No permitiremos mancillar nuestro suelo y lucharemos hasta vencer antes que morir y fallamos en el intento seguiremos viviendo porque nuestra lucha es justa y cuenta con la solidaridad y comprensión de todo hombre y mujer de honor que existe sobre la faz de la tierra y así la lucha se convierte en tremenda alegría.

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Voy Tras la huella que un día Marulanda desde Marquetalia luchando trazo, quiero seguir sus pasos ser Hombre nuevo, en el combate ser el primero, peleando siempre por la verdad.