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lunes, 25 de abril de 2011

IN MEMORIAM






Viven
In memóriam
PEDRO ALCÁNTARA
26 de marzo
Día del derecho universal de los pueblos a la rebelión armada

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia,
FARC-EP

¿Se puede decir que su lucha es por la toma del poder?

Sí señor. La lucha es por la toma del poder.
Eso no es para que se quede por ahí en los papeles... Se produce a través de las transformaciones políticas, o se tiene que producir a través de una insurrección del pueblo apoyado por un movimiento guerrillero... Entonces, es la toma del poder definitivamente.

DÍA, DEL DERECHO UNIVERSAL DE LOS
PUEBLOS A LA REBELIÓN ARMADA.

Lo hemos dicho y lo repetimos, nuestros lutos son de combate. Quienes nos vinculamos al ejército del pueblo, a las FARC-EP, con el compromiso indoblegable de buscar la justicia social en condiciones de libertad y dignidad para las mayorías, lo hacemos hasta las últimas consecuencias.
Conscientes estamos de la dureza y los riesgos de la confrontación, pero honor sentimos por tener la oportunidad de ir hasta la victoria o hasta la muerte en pos de los intereses más sentidos del pueblo.
Tratamos de evitar al máximo los riesgos innecesarios, pero nadie en el desenvolvimiento de una guerra justa en la que nos comprometemos a fondo, pensando en la emancipación y la paz con justicia social, está exento de la muerte en combate o como producto de alguna acción pérfida del enemigo. No podemos entonces sentarnos a llorar y a lamentarnos eternamente compungirnos por cada situación que se nos presente, por grave que parezca.
De cada uno de nuestros caídos hacemos la memoria venerable de la lucha que libramos por la instauración del comunismo; del ejemplo heredado tomamos los bríos para seguir adelante, tal como ahora lo hacemos evocando en este sencillo y sentido compendio de homenaje la gesta sacrificada de los comandantes y camaradas Raúl Reyes, Iván Ríos y nuestro legendario Manuel Marulanda Vélez, a tres años de su marcha hacia los encumbrados riscos de la eternidad. Todos ellos partieron en aquel luctuoso marzo de 2008, que desde entonces se ha convertido en un mes de dignidad y mayor combatividad para la insurgencia que celebra la fecha 26 en que de muerte natural falleció Manuel Marulanda Vélez, como el día del derecho universal de los pueblos a la rebelión armada.
En la mente de cada revolucionario estará tallada como en mármol esta fecha de decoro y resistencia, como el carácter perverso también del enemigo de clase, que utilizando los métodos criminales más morbosos y aleves asesinó en la frontera con el Ecuador a Raúl junto a 21 combatientes más y 5 estudiantes universitarios mexicanos. Seis días después a mansalva, con tiros de gracia, mientras dormían, fueron acribillados mediante la acción de un infiltrado Iván y su compañera, llegando incluso a la abominable degradación de cercenar la mano al comandante.
Sin duda, al exaltar a estos queridos compañeros, rendimos homenaje a todos nuestros hermanos de lucha que han entregado generosamente su sangre por esta nuestra tierra sumergida en el odio de los oligarcas y del imperio, por esta nuestra patria herida por la tiranía, pero que poco a poco irá saliendo erguida, avanzando hacia la victoria, con la fuerza de las muchedumbres oprimidas que tienen en el pecho el sueño de Bolívar.

Comandante Iván Ríos, Comandante Raúl Reyes, camaradas caídos, allí donde la tierra de nuestra amada Colombia recibió vuestros cuerpos exánimes, estará marcada la huella valerosa de la resistencia; desde allí, viniendo de los árboles y del canto de las aguas montañeras, desde allí envuelta en la brisa del bosque estará floreciendo y fructificando el ejemplo bolivariano de la justa guerra, de esa guerra que es el camino de la vida a pesar de la muerte.
Comandante Manuel Marulanda Vélez, en nombre de nuestros sueños que son los sueños de justicia del pueblo sojuzgado, en nombre de los ideales de una patria libre sin explotadores ni explotados, germinando cada día desde la sangre de nuestros muertos, les decimos presente, y elevamos las voces para gritar con emoción ¡gloria a los héroes caídos en la resistencia al opresor, gloria a Raúl Reyes, gloria a Iván Ríos, gloria a los caídos en Sucumbíos, gloria a Jorge Briceño..., gloria a todos los combatientes que han entregado su vida por la causa de la libertad!



Pablo Neruda.
“Camaradas: mi mayor satisfacción en este aniversario es verlos de todo corazón comprometidos sin descanso en una constante lucha por los cambios por los que muchos combatientes han ofrendado sus vidas motivados en la gran causa de la paz con justicia social y la soberanía. Estoy seguro que con el aporte de cada uno de ustedes, apoyados siempre en las masas, el triunfo será nuestro más temprano que tarde",

Es la voz viva del comandante Manuel que sigue vivo en sus combatientes y el pueblo que amó, esparciendo su certeza, señalizando la ruta.

60 años de rebeldía contra un régimen injusto, de lucha consecuente por la paz con justicia social, 60 años de combate y de construcción de la victoria popular, no podían morir con la muerte física de un hombre.
Manuel Marulanda Vélez dejó a su paso por la noche de Colombia la estela fulgurante de la resistencia a la opresión. Quizá su sueño sólo encontrará reposo cuando se asegure para el pueblo el laurel de la victoria.
Evocar la gesta de Manuel en este tercer aniversario de su partida es provocar el tropel de los recuerdos que acometen por todos los flancos - como su táctica invencible-, para hablarnos del altruismo generoso del héroe legendario.

Manuel Marulanda Vélez

Pedro Antonio Marín (1930-2008) nació para la historia como Manuel Marulanda Vélez en la escuela política de El Davis, en 1953. Su nombre de guerra fue un merecido homenaje político al destacado dirigente sindical comunista, Manuel Marulanda Vélez, asesinado a golpes en los calabozos del Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC) por su consecuente defensa del pueblo trabajador y por su combativo rechazo a la utilización de soldados colombianos en la guerra de Corea como desechables peones de la geopolítica del gobierno de Washington.
Desde el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en abril de 1948, Manuel Marulanda trasciende como símbolo de la resistencia y como comandante de la esperanza de un país que siempre ha soñado vivir en dignidad. Pregonaba Gaitán en las plazas públicas colmadas que "El hambre no tiene color político; no es liberal ni es conservadora/
En Colombia existe una plutocracia liberal-conservadora que asfixia al pueblo/ El país político no puede someter al país nacional/ El pueblo es superior a sus dirigentes/ Pueblo: por la restauración moral de la República, ¡A la carga!" Por este discurso subversivo Gaitán fue asesinado por la CIA y la oligarquía colombiana. De alguna manera estas ideas habían encendido el fuego de la rebeldía en el alma del joven Manuel, fuego que unido más tarde al del anhelo comunista, lo convierte en invencible guerrero de la causa de pueblo.
Desde los albores de su personalidad, el prestigio fue una de sus más fulgurantes cualidades. El entorno le reconocía su extraordinario don de mando. Por eso sus primos (los Marín) en Génova Quindío esperan la llegada del muchacho de 18 años para hacerlo jefe de la resistencia armada. Luego del asesinato de Gaitán, la dictadura conservadora de Mariano Ospina y Laureano Gómez dio rienda suelta al terrorismo de Estado contra el pueblo que se había sublevado frente el crimen, para sofocarlo y someterlo. Pueblos enteros, campesinos de amplias zonas, huían tras las masacres, el incendio y el despojo de sus propiedades. Era el comienzo de la oscuridad que se apoderó de un capítulo de la historia de Colombia conocido como época de la violencia partidista. El suelo de Colombia fue anegado con la sangre de 300 mil de sus hijos, y muchos más colocados frente al imperativo del desplazamiento forzoso.
Manuel Marulanda se hace comandante guerrillero en la respuesta y resistencia del pueblo a la violencia terrorista del Estado. Cuando en el Quindío se agotan las condiciones para el accionar del pueblo armado, Manuel traslada al sur del Tolima el escenario de su gesta combatiendo inicialmente en las guerrillas liberales de los Loaiza en las que gana ascendencia por su arrojo y sagacidad. Allí se encuentra con su alma gemela en la lucha, el gran Jacobo Prías Alape (Charro Negro). En esa misma zona entró en contacto con la guerrilla comunista. Lo cautivó la causa política y la disciplina de dicho Movimiento. En 1953 en el comando de El Davis, a orillas del Cambrín, se hace comunista. Y de allí parte con Jacobo Prías -como comunistas los dos- para la región de Riochiquito a proseguir la resistencia. Mientras las guerrillas liberales se desmovilizan durante la dictadura del general Rojas Pinilla, las comunistas no se rinden ni entregan sus armas. En 1956 en una Conferencia guerrillera realizada en Marquetalia Manuel Marulanda Vélez es designado jefe militar del Movimiento, y Jacobo Prías jefe político. Los dos comandantes afrontan las agresiones de los desmovilizados, denominados guerrilleros "limpios" (limpios de ideologías comunistas) urdidas por los jefes políticos liberales y conservadores. Los "limpios" se habían desmovilizado en la lucha contra el gobierno, pero éste les había permitido conservar sus armas para que persiguieran a los comunistas.
Apoyados en las masas, en el pueblo que los rodeaba, Manuel y Charro, capean el nuevo reto planteado por el Frente Nacional (pacto de las oligarquías) que les exige desmovilización. Luego de arrancar del gobierno el compromiso de satisfacer sus demandas políticas, económicas y sociales, sin entregar sus armas el movimiento se establece en
Marquetalia a la espera del cumplimiento de las promesas.
El 11 de enero de 1960 Jacobo Prías es asesinado en Gaitania por los "limpios" en cumplimiento de órdenes expresas emitidas por el gobierno central. Este asesinato es la causa política del surgimiento de las FARC en Marquetalia. Más tarde Manuel Marulanda expresaría su convicción de que "con el correr del tiempo la muerte de Charro nos ha llevado a una confrontación nacional con grandes perspectivas para producir cambios; y si ello nos permite, crear todas las condiciones para tomarnos el poder. No todas las veces se producen levantamientos armados por la muerte de un comandante; prácticamente es caso único. De todas maneras en Marquetalia ha comenzado el chispazo y comienzo de la revolución en serio de acuerdo a lo que estamos viendo".
Jacobo Prías (Charro Negro) y Manuel

Es a partir de Marquetalia que el nombre de Manuel se consagra en la historia de Colombia como genuino arquetipo de la resistencia popular frente a la violencia terrorista del Estado potenciada por la geopolítica del imperio, y como fanal que alumbra el camino de la victoria con su certera estrategia militar y política.
En el Programa Agrario de los Guerrilleros y en las nueve Conferencias de las FARC están plasmadas las huellas de la construcción gradual de una alternativa política de poder para Colombia, con una fuerza fundamental que no puede ser ignorada a la hora de sentar colectivamente las bases de una nueva sociedad justiciera, pacífica, democrática, bolivariana, que le dé al pueblo "mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política".


El guerrero de la paz
La paz, la solución política del conflicto sobre la base del cambio radical de las injustas estructuras políticas, económicas y sociales, es el basamento esencial de la estrategia guerrillera de Manuel. Personalmente condujo todas las conversaciones con los gobiernos dirigidas a ese propósito de humanidad.

Así lo registra la historia.

En 1958, desde su puesto de mando en la montaña instrumentó a los voceros insurgentes, encabezados por Charro, para el diálogo con el gobierno del Frente Nacional. Más tarde, en 1984, junto a Jacobo Arenas, comanda la estrategia del diálogo con el gobierno de Belisario Betancur. Como resultado de este esfuerzo se firmó el Acuerdo de La Uribe, se pactó con el gobierno una tregua bilateral y las FARC se convirtieron en plataforma de lanzamiento de un nuevo movimiento político, la Unión Patriótica. Pero el Estado, dominado por el guerrerismo, arroja por la borda la extraordinaria posibilidad de paz para Colombia abierta por el Acuerdo y opta por el exterminio físico de la
Manuel y Jacobo Arenas

Unión Patriótica dando rienda suelta al accionar criminal del paramilitarismo institucional. 5.000 dirigentes y militantes de la UP fueron asesinados, entre ellos, dos candidatos presidenciales y un rosario de senadores, representantes a la Cámara, diputados, alcaldes, concejales, dirigentes comunistas y líderes comunales. De nada sirvió el genocidio, el exterminio físico de toda una generación de revolucionarios para apaciguar el temblor de las élites frente a la inconformidad social. Casi tres décadas después de haber sido descabezada la oposición por una oligarquía terrorista arrodillada al imperio, hoy ha empezado a despertar y a movilizarse en Colombia la gran causa del pueblo que está más viva que nunca.
En diciembre 1990 la Fuerza Aérea bombardeó a Casa Verde por orden del presidente César Gaviria porque las FARC no aceptaron su inaudita propuesta de desmovilizarse a cambio de una representación en la Asamblea Nacional Constituyente. En respuesta al aleve ataque, el movimiento insurgente desató una contundente ofensiva militar que se extendió por todo el país. La situación generada obligó al gobierno a buscar por todos los medios, diálogo con urgencia. Luego de arduas discusiones llenas de incidentes políticos pudo abrirse el capítulo de las conversaciones de Caracas y Tlaxcala. De nuevo está Marulanda, con sus compañeros de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, al frente de su obsesión: la paz por la vía menos dolorosa, la de la solución política, la del acuerdo nacional. Pero finalmente, como dice Alfonso Cano, "los diálogos se frustraron porque el gobierno solo requería pretextos para intensificar su guerra integral e imponer a sangre y fuego la apertura económica neoliberal. En el contexto de la política nacional, el gobierno Gaviria estaba muy desprestigiado por el apagón (desabastecimiento eléctrico), su alianza con el cartel de Cali y los llamados "pepes", sus tratos con Pablo Escobar, su nefasta apertura económica, el manejo represivo que dio a la protesta popular, etc., y decidió, para ganar en gobernabilidad, romper el proceso".

Manuel con el presidente lopez

En 1999, durante el gobierno de Pastrana, el espacio de los diálogos de paz se traslada a San Vicente del Caguán. El comandante Manuel, conocedor como el que más de la importancia de esta batalla política, establece su cuartel a cinco minutos de Los Pozos, lugar donde se había instalado la mesa, para orientar en tiempo real a los portavoces rebeldes y seguir el pulso y la progresión del debate en torno a la agenda convenida con el gobierno. Y Marulanda desata su arrolladora dinámica. Exige al presidente Pastrana frenar las masacres del paramilitarismo de Estado. Es artífice de la iniciativa de la Mesa Temática donde se escucha el cuestionamiento de los diversos sectores sociales del país a la política neoliberal. Propone establecer un subsidio estatal a los desempleados mientras se convienen en la mesa fórmulas para superar el desempleo. Promueve en audiencia pública internacional ante el cuerpo diplomático acreditado en el país un plan de sustitución de los denominados cultivos ilícitos a través de un proyecto de desarrollo dirigido a los campesinos cultivadores y a sus regiones olvidadas. Dialoga con obreros, estudiantes, campesinos, afro colombianos, indígenas, mujeres, académicos, dirigentes políticos, con el jefe de la bolsa de valores de Nueva York, con los empresarios colombianos, con la reina Noor de Jordania, con el Presidente Pastrana y con todos los que quisieron escuchar el punto de vista de las FARC en torno al problema crucial de la guerra y de la paz en Colombia. Tomó en sus propias manos el asunto del canje de prisioneros de guerra como su responsabilidad y reto, pero el gobierno no quiso entender la importancia de un acuerdo en ese campo ni la calidad de su interlocutor.
El gobierno desechó la oportunidad histórica de impulsar el proceso cuando las FARC, buscando generarle condiciones propicias, liberaron de manera unilateral a 305 prisioneros de guerra en su poder.
El presidente Pastrana sólo estaba interesado en ganar tiempo para fortalecer la máquina de guerra de consuno con el South Command del ejército de los Estados Unidos y en la ejecución del Plan Colombia que ya había sido diseñado por los halcones y estrategas del gobierno de Washington. Era evidente que no quería producir cambios en las injustas estructuras ni mejorar las condiciones de vida de los colombianos. Marulanda tenía la certeza que la contraparte ya estaba buscando los pretextos para romper el diálogo y proseguir la guerra, la que en efecto declaró a partir del 20 de febrero del 2002.


Jorge Briceño y Manuel Marulanda con el presidente Andrés Pastrana

El Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia

De los diálogos del Caguán quedó sin embargo una propuesta de combate político para el pueblo: el Movimiento Bolivariano por la
Nueva Colombia, cuyo lanzamiento tuvo lugar el 29 de abril del año 2000. Ese día San Vicente se llenó de pueblo. Treinta mil almas abarrotaron la sabana ardiente. Por las trochas, los ríos y las carreteras brotaba el pueblo que iba llegando en busca de la esperanza, en busca de Simón Bolívar, de su pensamiento y de su espada, hombres y mujeres sedientos de justicia y dignidad, dispuestos a organizarse, a enrolarse en el ejército de pueblos que está forjando el Libertador a su regreso, convencidos con el padre de Nuestra América de que no hay mejor medio de alcanzar la libertad que luchar por ella.

En el escenario a cielo abierto, bajo la mirada paternal del Libertador, estaban reunidos casi todos los integrantes del Estado Mayor Central de las FARC, los voceros insurgentes en los diálogos de paz, la comisión temática, los combatientes guerrilleros, el pueblo trabajador, y las blancas banderas, y el amarillo, azul y rojo tremolando con Bolívar, con Manuel, con el pueblo al poder.
Y habló el legendario jefe guerrillero, el comandante Manuel: "Este encuentro va a ser histórico en Colombia por el surgimiento de un nuevo movimiento en donde todos sin distingos políticos, razas o credos, puedan agruparse para defender sus intereses políticos, económicos y sociales con la certeza que estamos abriendo caminos a una nueva democracia…”
Y el comandante Alfonso Cano, jefe en ese entonces del Movimiento que empezaba a fulgir desde San Vicente, explicó la propuesta política como un instrumento civil, amplio, policlasista, orientado hacia la conquista del poder, hacia el resurgimiento de Colombia bajo un nuevo orden social justo, con unas Fuerzas Armadas Bolivarianas garantes de la libertad, la soberanía y las conquistas sociales.

"El rostro semioculto de El Libertador Simón Bolívar que hace parte de la presidencia de este acto y que descubre su noble y profunda mirada - decía Alfonso Cano- significa que el nuevo Movimiento Político tendrá un funcionamiento clandestino. La amplitud de los objetivos a conquistar no ocultan los peligros que se ciernen sobre su existencia. No repetiremos la experiencia de la Unión Patriótica en donde la heroicidad de sus integrantes y la generosidad que caracterizó su compromiso, fueron brutalmente abatidas por las fuerzas armadas oficiales en traje de civil, hasta prácticamente hacerla desaparecer".

El Movimiento Bolivariano crece hoy en la clandestinidad como alternativa política, como espacio de encuentro y de lucha por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo, la paz, la democracia, el nuevo poder.
El derecho universal a la rebelión armada

Tanto Manuel Marulanda, como su ejército revolucionario, son consecuencia congruente del ejercicio de un derecho universal: el que asiste a todos los pueblos del mundo a alzarse en armas contra la injusticia y la opresión. La Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por la ONU en 1948, consagra y legitima en su preámbulo el derecho a la rebelión. Pero Independientemente de que haga parte de un corpus normativo reconocido por los estados, es un derecho natural. Por encima de la legalidad predomina la legitimidad de la rebelión derivada de la justicia de sus actos.

"Es la insurrección por su naturaleza un acto legítimo -expresaba el Libertador-: ella anuncia que si hay en un Estado un poder esencialmente perverso, el hombre-ciudadano sabrá buscar los medios de derribarlo".
Es el derecho que tomó en sus manos Manuel Marulanda Vélez. La legitimidad de la resistencia a la violencia terrorista del Estado, violencia injusta de los poderosos, no admite en la situación concreta y en el contexto colombiano dudas en su entorno. El debate sobre la vigencia o no de la lucha armada, entronizado por la euforia neoliberal hace un cuarto de siglo, no nos desvela, porque actuamos con la certeza de que hacemos uso de un derecho universalmente aceptado por la razón, legitimado además por el altruismo y la sed de justicia que el acto de la rebelión encierra.

Por eso las FARC reciben, como un reconocimiento colmado de justicia y solidaridad, la decisión del Movimiento Continental Bolivariano de instituir el 26 de marzo, fecha de la desaparición física del comandante Manuel, como día del derecho universal de los pueblos a la rebelión armada. Nada más justo que esta generosa decisión.



El maestro de la Guerra de Guerrillas Móviles

Marulanda fue original, auténtico. Siguió el camino de sus propios pensamientos, de sus reflexiones. Tomando los elementos del acumulado de su experiencia fue elaborando una doctrina militar insurgente que ha probado en el campo de combate su eficacia. Sin duda, su estudio de los procesos revolucionarios fortalecieron su concepción táctica y estratégica, pero su talento militar y político proviene esencialmente de su profundo análisis de la operatividad enemiga de la que extrae conclusiones que convierte en directrices, no solo para neutralizar el esfuerzo adversario, sino para superarlo y derrotarlo en el teatro de la contienda. En realidad Marulanda fue un talentoso comandante rebelde egresado con las más altas calificaciones de la escuela de la experiencia. Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero, La Sonora, las operaciones
Centauro, Thanatos, Destructor I y II, el Plan Colombia, el Plan
Patriota, fueron sus academias en el arte militar.
Su táctica es la de Guerra de Guerrillas Móviles cuya dinámica y concepción se fundamenta en el secreto, la movilidad y la sorpresa, en el Nuevo Modo de Operar que es un acoplamiento a los cambios en la modalidad operativa del enemigo. Su rasgo esencial es el accionar militar permanente, también político, lo cual exige una nueva mentalidad en mandos y combatientes, que reclama eficacia en sus emprendimientos.

La inteligencia de combate es el factor objetivo generador de la dinámica.

En palabras de Marulanda, se trata de explotar las vulnerabilidades del enemigo, golpearlo en los desplazamientos, fuera de sus fortificaciones; también en sus fuertes y bases con artillería y sorpresa, atacar su dispositivo de seguridad, quitarle la iniciativa y la tranquilidad con el golpeteo permanente, sin descanso. Esto exige, dice el estratega, mandos preparados cumplidores de los planes y de sus deberes, disciplinados, dispuestos a darlo todo por la causa, sin aspiraciones personales, siempre al frente de sus tropas educándolas, formándolas. Manuel Marulanda es un concierto de modos de operar, de accionar permanente, sostenido, con objetivos principales y alternos disponibles para garantizar el ataque de todas maneras.
Para el comandante Manuel el ataque a Marquetalia que diera origen a las FARC en 1964, siempre fue un referente para el análisis y la prospectiva militar. La modalidad operativa del enemigo en ese entonces fue la base para establecer comparativamente la evolución de la doctrina contrainsurgente aplicada en el momento actual por los estrategas del South Command estadounidense.

Marulanda frente al Plan Patriota

Teorizando, intercambiando sobre el Plan Patriota, Manuel Marulanda conceptuaba que su objetivo era la derrota militar de la guerrilla utilizando todo el poderío del Estado en lo militar, político, económico, diplomático y propagandístico; exterminar a los jefes insurgentes y disuadir la inconformidad social para consolidar la política neoliberal y generar seguridad inversionista. La modalidad operativa es el despliegue en masa de la fuerza con elevado poder fuego, apoyo aéreo, tecnología militar de punta e información satelital en tiempo real.

Para lograr el propósito la economía toda fue volcada en función de la guerra y la inversión social arrojada al basurero del olvido. Y los medios sólo debían difundir la versión manipulada de los hechos. El objetivo final: obligar a la guerrilla a "negociar".

Desde la Operación Marquetalia hasta Destructor II - anota Marulanda-, las acciones eran dirigidas por oficiales colombianos; a partir del Plan Patriota la conducción es asumida directamente por oficiales de South Command del ejército estadounidense mientras los militares colombianos pasan a jugar papel secundario como subalternos. Todas las fuerzas: Ejército, Marina, Fuerza Aérea, paramilitares y policías quedan subordinadas a los militares de Washington.
Esta observación de Marulanda es refrendada por las aseveraciones del general James T. Hill quien oficiara como jefe máximo del Comando Sur: "La mayor parte de los activos disponibles por nosotros están siendo enfocados en la pelea táctica en Colombia". Por eso pululan asesores militares extranjeros en las principales guarniciones del país y se anuncia la instalación múltiple de bases militares yanquis en territorio colombiano. El Plan Patriota es la geopolítica de Washington pretendiendo en medio de la crisis sistémica del capital asegurar su predominio en el continente.

El Plan Patriota es la respuesta al despliegue estratégico de las FARC en todo el territorio nacional en su objetivo de toma del poder con apoyo de masas, por la vía política o militar según las circunstancias. La primera fase es el despliegue de Divisiones y Brigadas en un gran cerco contra los Bloques y Frentes de las FARC. La segunda fase fue el estrechamiento del cerco en medio de combates, movimiento acompañado de un férreo control de carreteras, trochas, ríos y abastecimientos; destrucción del apoyo de masas con bloqueos económicos a las comunidades, masacres,
"falsos positivos", bombardeos, detenciones masivas desapariciones, incendio, destrucción de cosechas, para motivar el desplazamiento forzoso de la población. La tercera fase fue la penetración en la selva con la fantasía de desalojar a la guerrilla del terreno y obligarla a transitar zonas ya controladas por el ejército para golpearla desde posiciones favorables. El 50 por ciento de la tropa penetró a pie y el resto desembarcados, en decenas de misiones, en helipuertos abiertos en la profundidad de la selva. Desde las nuevas posiciones, luego del "ablandamiento" de la ruta con bombardeos de la Fuerza Aérea y artillería pesada, avanzan en masa y suficiente poder de fuego estructurados en hileras separadas a una distancia de 100 a 200 metros, cubriendo un frente de hasta 8 kilómetros y más.

La resistencia de las FARC al Plan Patriota es un homenaje de pólvora y combate a Manuel Marulanda Vélez. El cambio de táctica es la movilidad completa. In memóriam, en combativo homenaje al comandante, los guerrilleros reciben al ejército con su táctica de guerra de guerrillas móviles. Los comandos aparecen y desaparecen, atacan por sorpresa. Planifican muy bien sus movimientos y exploraciones. Ubican al enemigo, y cuando éste se pone en movimiento, entran en acción. El ataque por vanguardia o retaguardia, o por los flancos, es una combinación letal de activación de minas con fuego de francotiradores.
La movilidad permite a la guerrilla golpear al enemigo dentro y fuera del teatro de operaciones.
Es evidente que la insurgencia ha asimilado la nueva modalidad operativa implementada por el Comando Sur. En medio de la confrontación, de los bombardeos de aniquilamiento, la guerrilla de las FARC no ha dejado ni un instante de realizar sus escuelas militares, practicar cirugías de guerra en la selva, abastecerse de todo lo necesario para atender los requerimientos logísticos de la contienda bélica. El Plan Patriota no ha sido obstáculo para efectuar las necesarias reuniones de sus estados mayores en todos los niveles. Si alguno de sus mandos cae en combate, hay siempre disponible una lista de cuadros suplentes muy capaces. La fortaleza de las FARC está en su cohesión, en la claridad de sus principios y en el apoyo de la población.
La ilusión de la victoria militar agitada durante décadas por el Estado es una ilusión vencida y taciturna, derrotada por la estrategia insurgente del pueblo en armas en marcha hacia su destino: la Nueva Colombia, la patria grande y el socialismo.

La miseria creciente, el desplazamiento forzoso, los falsos positivos, la aparición cada día de grandes fosas comunes, el desempleo, la desatención de la deuda social, la indignante entrega de la soberanía patria a los Estados Unidos, constituyen una poderosa bomba de tiempo a punto de estallar. La inconformidad social, conjugada con el accionar militar de la guerrilla, puede, como afirma Manuel Marulanda, abrir las puertas a un nuevo orden regido por la justicia. De espaldas a esta realidad, la oligarquía colombiana ebria de triunfalismo, habla del fin del fin de la guerrilla, como si el conflicto pudiera dirimirse con conjuros o trucos de prestidigitación. El autismo de la clase dominante no le permite ver la derrota del Complejo Militar Industrial en Irak y Afganistán. Diga lo que quiera la oligarquía a través de sus usinas de desinformación, en Colombia el Plan Patriota del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos no logró derrotar la insurgencia de Manuel.



La plataforma bolivariana por la Nueva Colombia
En la Plataforma ondea la estrategia política de Manuel. En su manifiesto de septiembre de 2007, las FARC pusieron a consideración del país, de sus organizaciones políticas y sociales, la Plataforma Bolivariana por la Nueva Colombia, como aporte a la discusión y al intercambio sobre las banderas y programa de un nuevo gobierno, de carácter patriótico, democrático, bolivariano, hacia un nuevo orden social, comprometido en la solución política del grave conflicto que vive el país. Un nuevo gobierno que materialice el proyecto político y social del Libertador, que conforme un nuevo Ejército Bolivariano para la defensa de la patria y las garantías sociales. Un nuevo orden edificado sobre la democracia y la soberanía del pueblo, que agregue a las ramas del poder público los poderes moral y electoral, instituya el congreso unicameral y la revocatoria del mandato. Un nuevo sistema de gobierno que ponga fin a la política neoliberal, asuma el control de los sectores estratégicos y estimule la producción en sus diversas modalidades, que haga respetar la soberanía patria sobre los recursos naturales y que implemente políticas eficaces de preservación del medio ambiente.
Un gobierno que garantice la gratuidad de la educación en todos los niveles, instrumente la redención social y la justicia agraria, que renegocie los contratos con las trasnacionales que sean lesivos para la nación, y deje sin vigencia los pactos militares, tratados y convenios que mancillen la soberanía de la patria; que no extradite nacionales y que objete el pago de la deuda externa en aquellos préstamos viciados de dolo en cualquiera de sus fases.

Un gobierno cuya divisa en política internacional sea la Patria Grande y el socialismo y que priorice las tareas de la integración de los pueblos de Nuestra América.



Manuel sigue vivo
No ha muerto Manuel. No puede morir quien comandó la más bella de las batallas, la de liberar a su patria. Un grupo de medios colombianos difundió hace poco un documental a través de la National Geographic, titulado "Tirofijo está muerto". El título en sí es una exhalación de una oligarquía que siempre lo percibió como amenaza a sus privilegios, porque Manuel Marulanda había hecho suyo el anhelo de paz, de justicia y dignidad de las mayorías. La vida del legendario fundador de las FARC no es la parábola del fracaso de las armas como camino para hacer política en Colombia, tal como lo pretenden los promotores del documental. Es que no se ha permitido hacer oposición de otra manera. Siempre pretendió la clase dominante el monopolio de las armas para el Estado y la indefensión del pueblo.

La justeza de la lucha de Manuel es incuestionable. Hasta los realizadores del documental tuvieron que reconocer que: "a Marulanda se le puede vituperar, detestar o admirar, pero nadie puede negar que es uno de los colombianos más importantes de la historia reciente del país. No hubo general de la República ni presidente que no se propusiera darle muerte".
17 gobiernos sucesivos, con sus generales, recursos y medios bélicos, no pudieron con él. De Manuel Marulanda, dice el general Valencia Tovar: "fue uno de los más sagaces estrategas militares gracias a una intuición poco común y a un sistemático aprendizaje de la experiencia".
El orgullo de los combatientes farianos es ser soldados de Manuel, sentirse libertadores bajo sus banderas justicieras de independencia y soberanía, con Bolívar, con Jacobo, Efraín, Raúl, Iván, Jorge y la compañía sagrada de los camaradas caídos.
Manuel Marulanda el guerrillero estadista que concibió el proyecto de Gobierno Alternativo; que previó, anticipándose a los acontecimientos, que en caso de acceder al poder por la vía de las armas, el Estado Mayor Central asumiría funciones de gobierno nacional, los Bloques de gobierno departamental, los frentes de gobierno municipal, que las FARC asumirían funciones de nuevo Ejército, y que también nos entregó su idea de cómo integrar un eventual gobierno surgido de las alianzas políticas, sigue vivo en los guerrilleros, batallando por sus sueños.
Imposible olvidar su admirable campaña ideológica frente al desplome del campo socialista, reuniendo a los partidos revolucionarios del continente para instarlos a la unidad de esfuerzos y a reafirmar las convicciones de cambio y revolución.
In memóriam, seguiremos firmes en la senda de soberanía política que caracterizó a las FARC bajo su mando, trabajando con mente abierta la construcción de una alternativa política hacia la paz, buscando la aproximación necesaria con los militares patriotas y bolivarianos con miras a la solución política y la reconstrucción del país.
La cohesión del Estado Mayor, comandante Manuel, sigue siendo uno de los más importantes logros de las FARC. Sus directrices, camarada, para enfrentar con éxito las vicisitudes de los planes bélicos del adversario siguen la senda trazada. El parte militar de las FARC en el 2010 arroja los siguientes resultados:


Bajas causadas a la fuerza pública: 4.371/
Helicópteros averiados: 75/ Derribados: 1/ Aviones impactados: 20/ 2 barcos y 11 lanchas artilladas batidas por el fuego.
Las FARC le dan vida a Manuel con sus acciones.

En una hermosa y justiciera rememoración de Manuel Marulanda, el comandante Fidel Castro expresó: "consideré y considero que Marulanda fue uno de los más destacados guerrilleros colombianos y latinoamericanos. Cuando muchos nombres de políticos mediocres sean olvidados, el de Marulanda será reconocido como uno de los más dignos y firmes luchadores por el bienestar de los campesinos, los trabajadores y los pobres de América Latina".
En una ocasión, Manuel Marulanda Vélez fue sorprendido con la pregunta de un estudiante en la Escuela nacional de cuadros Hernando González Acosta, sobre lo que podría significar su eventual muerte para las FARC. Mirándolo fijamente, el comandante respondió: "yo ya hice lo que tenía que hacer, y ahí están el Ejército del Pueblo y sus comandantes formados para que continúen la lucha hasta más allá del triunfo".
Desde la montaña, su cuartel de siempre, Manuel sigue iluminando el camino de la victoria.
Venceremos.

Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC

Montañas de Colombia, marzo de 2011




Marzo 7 de 2011.
A tres años de la muerte física de los comandantes Raúl Reyes e Iván Ríos
En vanguardia guerrilleros farianos/ Atención, hacen honores/ Cuando la sangre dan por sus con paso de vencedores/ En el combate al pueblo hermanos.
(Fragmento del himno En vanguardia)

Invencible voz de pueblo en armas. Victoriosa marcha de la memoria. Escenario de la subjetividad imbatible haciendo el ara de la rebelión posible. Un sol de ocaso que prepara el renacer constante del alba de los sueños insurgentes.

Escoltada del bosque entero está la presencia de los recuerdos, encontrando materialidad en los puños erguidos que se juntan como primaveras o como lluvias estivales en luna de menguante fértil; en el espacio de lo real maravilloso, que vuelve inmarcesibles las consignas de la Patria Nueva.

¿A qué le canta la montaña, a qué le habla la clandestinidad sigilosa que no sea a la justicia, desde cada latido de nuestros corazones altivos que se embelesan con el aire puro, con la floresta sin dueño, con el agua sin venenos, con la geometría de la arena …, transitando la aventura del otro mundo posible, el lance de la lucha por el comunismo cierto, surcando los laberintos del rastrojo, los recodos de la barriada humilde, los acertijos de las sombras…?

En fin, el silogismo de la victoria junto a la masa erguida de los sufrientes en vindicta.

¿De qué depende la historia de nuestra patria que no sea, en lo esencial, del desenlace de la confrontación desenvuelta entre los oligarcas y nuestro amado pueblo que resiste a la opresión con gallardía?

¿De qué depende, que no sea del rumbo del combate decidido frente a la violencia impuesta por los explotadores?

En los profundos acantilados de la rebelión ha de caer la arrogancia de los genios del terrorismo de Estado, lacayos imperdonables de los mortíferos y sórdidos designios del imperio.

En la estrada de la vida y de la muerte sobre la que marcha un pueblo oprimido y condenado a la miseria, y una gran parte de él guerreando desde la clandestinidad, levantado en armas, jugándose la vida por la paz de todos, está palpitando la historia de la Colombia comunera, definiendo la opción de la vida a pesar de la muerte, prefiriendo morir en la lucha antes que dejarse decaer por el hambre y la tanta humillación, buscando que el mundo por fin termine de conmoverse por todas las ignominias que padece este rincón de la América Nuestra por cuenta de la codicia depredadora del neoliberalismo.
No obstante el terror del imperio y sus escuderos locales, una digna grey de combatientes, sacrificio tras sacrificio al lado de valerosos militantes del decoro, enciende el fuego de la voluntad y la razón, para que en él destelle como relámpago que no cesa la rebeldía insurrecta de las masas oprimidas, como luz del porvenir, como resplandor rojo de la solidaridad, como tonante canto por la felicidad del mundo, por la alegría de la humanidad sin cadenas, diciendo arriba los pobres de la tierra, de pie los esclavos sin pan.
Un hombre solo no es nada, una mujer en solitario es efímera para la historia; se requiere ser pueblo, se necesita palpitar con el fervor de las masas para pervivir en el tiempo como ejemplo de aliento, tal como ahora están Raúl Reyes y los mártires de Sucumbíos, Iván Ríos y su compañera, Jorge Briseño y todos los abatidos hijos de bolívar, al lado de hombres y mujeres que, también como Judith Grisales, Mariana Páez, Lucero Palmera, Adán Izquierdo, Christian Pérez, Jacobo Arenas, Efraín Guzmán..., o el eterno Marulanda, se nos acrecientan como factores de emancipación en la conciencia; se prolongan en el ser del Partido Clandestino que ayudaron a forjar, en las huestes milicianas que han contribuido a construir, en los núcleos bolivariano que contribuyeron a crear, en la organización de los frentes de masas que con nosotros inventaron.
Así, qué alivio y orgullo da saber que nuestro optimismo deriva de la verdad dulce de sabernos parte de un indoblegable ejército que actúa como un férreo colectivo que desborda los individualismos ó los personalismos, para elevarse tras la estrella lumínica que entrañan el imaginario, las razones, amores y sueños de los pueblos, mostrando con ejemplo práctico el camino a seguir, haciendo sin reparos el sacrificio indispensable para construir la victoria definitiva.
De nada valdría vivir con existencia vacía de sueños, de propósitos altruistas, si se es revolucionario; de nada valdría existir si no es por mantener y ayudar en la construcción de la resistencia triunfante que logre hacer flamear sempiterna la bandera del amor justiciero sobre las ruinas de la explotación infame.
¿Qué pensarán los burgueses de hoy, quienes si en algo cambian es para empeorar en su "santo oficio" de la explotación hiriente y criminal?
¿Qué pensarán las altas jerarquías eclesiásticas que se alinderan con las hienas que laceran al pueblo o se amangualan con supuestos neutrales, que ningún reparo tienen para posar de humanitaristas mientras traman trampas que favorezcan al establecimiento?
La lucha de nuestros caídos ha sido y continuará en las razones y en las armas del ejército del pueblo. El accionar indoblegable por liberar al mundo de los abusos extremos del capital se multiplicará cada día desde los brazos de los pueblos indóciles; no habrá masa explotada e inconforme que no ponga manos para elevar la conciencia de la humanidad al cenit del Hombre Nuevo de Guevara, así también le toque a cada rebelde quizás padecer tras el sacrificio, la excomunión banal de los que pontifican desde sus cómodas curules del oportunismo, o la demonización que le extienden los charlatanes que defienden la depravación social que significa el capitalismo.
No nos es posible admitir el destino fatal que condene a la humanidad por los siglos de los siglos a padecer el salvajismo de los imperios y sus oligarquías locales sumisas. Ya vemos como la resistencia popular afgana, por ejemplo, ha hecho decir a los asesinos de la OTAN que podrían pasar decenas de años sin que puedan doblegar la resistencia de ese pueblo, conduciéndolos a admitir como urgente la necesidad de abandonar aquel golpeado país asiático; ya tenemos innúmeros ejemplos en la historia de cómo los pueblos que perseveran vencen las tiranías por grandes e inicuas que sean.

Siempre será necesario, entonces, mantener y multiplicar la dignidad; cultivar el arte de la justa guerra y emular a hombres y mujeres de temple y capacidad de sacrificio, mientras se mantenga erguida la tiranía con pretensiones de globalizar sus infamias.
La gloria de cada combatiente y de cada hijo del pueblo abatido en esta larga lucha por el cambio revolucionario, ha sido y será la de la justa guerra, la de continuar elevando las palabras con el vigor de la razón de los oprimidos y la pólvora de la resistencia, haciendo valer el honor de las mayorías explotadas.

Pero, en sí ¿estos genocidas hasta dónde creen que llegarán? Pretenden hacer de Colombia, a punta de fosas comunes, masacres, desapariciones, torturas, encarcelamientos masivos, bombardeos, etc., un territorio desolado, prefiriendo acabar con la vida de millares de inocentes inermes. Claro está que eligen hacer del país un inmenso mar muerto, antes que ceder en sus privilegios enfermizos y desagradables, o en su intención de entregarse de rodillas a las catastróficas fantasías neoliberales impuestas por los yanquis y la Unión Europea.

Somos un pueblo en resistencia contra quienes nos han declarado sus enemigos porque nos oponemos a su pillaje, o porque levantamos nuestras voces contra las injusticias que Míster Sam, el sionismo y sus cómplices han desatado sobre gente inocente en Irak, Afganistán, Euskal Herría, Palestina…y en la América Latino-caribeña toda.
Con Iván Ríos y con Raúl Reyes, especialmente en este marzo de dignidad, expresamos que hemos combatido y lo seguiremos haciendo, tal como lo enseñaron Jorge Briseño, Efraín Guzmán, Jacobo Arenas ó Manuel Marulanda, contra las injusticias que han colocado en condición de sometimiento y miseria a nuestro pueblo. Y aunque con miles de operaciones más de barbarie anuncien que van a destruirnos, jamás huiríamos dejando a su suerte a los oprimidos, pues hacemos parte integral de este pueblo que sufre la depredación de los explotadores y junto a él echaremos nuestra suerte.

Es indeclinable el propósito de las FARC-EP de construir un orden social donde no se sigan presentando esas atrocidades del Estado, esos crímenes que han llamado falsos positivos y que ya sobrepasa el número de las 1200 víctimas, cifra que acrecienta espantosamente la de desaparecidos y asesinados, y que supera de manera abominable, según ya lo han dicho muchos columnistas, a los desaparecidos causados durante los 17 años de dictadura de Augusto Pinochet entre 1973-1990 o a los crímenes causados por la dictadura militar argentina.
Nuestros caídos, entonces, no serán masa de la muerte estéril, mientras la construcción colectiva que son las FARC mantenga en alto sus banderas de origen; es decir, mientras el pueblo mantenga su determinación de acabar de una u otra manera con el Estado criminal que desaparece, tortura, asesina sin fórmula de juicio alguna. Los sueños de los nuestros que abonan la sagrada tierra colombiana estarán ahí creciendo, anhelando y luchando desde nuestras conciencias y con nuestras fuerzas, porque cesen las desapariciones que en los últimos 10 años suman millares. La lucha se mantendrá para que no sigan impunemente ascendiendo al gobierno personajes cuyas regencias, como en el caso
Uribe Vélez, entre el 7 de agosto de 2002 y la fecha de su partida había suscitado más de 30 mil desaparecidos, de las cuales la fiscalía misma que hace parte de la institucionalidad terrorista, admite la cifra de por lo menos 17 mil, pero que Medicina Legal eleva a más de 60 mil según "datos sin depurar" aún y que organismos independientes tasan en más de 200 mil para la última década trascurrida.
Nadie olvide ni pierda de vista, que las razones de esta lucha no son abstracciones sino cosas tangibles que responden a los intereses más sentidos de las mayorías. Nadie pierda de vista que Iván Ríos, Raúl Reyes, Jorge Briceño y todos los nuestros que han sido asesinados, recibieron el odio de sus victimarios porque luchaban, también, para que los familiares de las víctimas desaparecidas por los paramilitares pudieran recibir respuestas de justicia y no el terror que el Estado les ha suscitado desapareciendo al menos a 20 de sus líderes que asistieron a las "audiencias públicas" que supuestamente -según las promesas del Estado- servirían para dar solución a sus reclamos.

A mediados del año 2009 -según lo había dicho la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía- cerca de 4000 paramilitares; es decir, asesinos pagos por el Estado, habían reconocido públicamente, o confesado, la comisión de 30.470 homicidios cometidos en los últimos 20 años. Y en el mismo informe se reporta que los desmovilizados del paramilitarismo han admitido que cometieron mil masacres en todo el país, así como la desaparición forzada de 2.500 personas. En la misma línea, se habían registrado ante la Fiscalía más de 280 mil víctimas de las acciones delincuenciales cometidas por las "autodefensas" (es decir, los paramilitares).
Para equilibrar cargas en contra de la insurgencia legítima, las autoridades tramposas incluyen como ciertas las falsedades que para lograr prebendas propalan los llamados guerrilleros desmovilizados que se sometieron a la llamada Ley de Justicia y Paz. Pero la realidad es que la criminalidad contra el pueblo la ha desbocado el terrorismo de Estado utilizando a sus paramilitares como uno de los instrumentos más aberrantes, y que ahora para seguirlos usando como herramienta de terror los enmascara bajo el nombre de BACRIM (Bandas Criminales), pretendiendo incluir a las mismas FARC dentro de este concepto engañoso.

Todos estos males y los raizales históricos problemas sociales que padecen las mayorías en Colombia requieren de una solución urgente, sin que el destino sea el de la guerra. Las FARC-EP, dentro de ese rumbo, persistentes han intentado una y otra vez procesos de reconciliación que han sido saboteados por los guerreristas de la oligarquía. Ahora, bajo la conducción del ex ministro de los falsos positivos, es decir bajo el gobierno del Presidente Santos, se pretende colocar cualquier opción de diálogo como si se tratara de una dádiva y no como el anhelo que es del pueblo colombiano. Continúa la fascista política de seguridad democrática que impuso Uribe con el silencio cómplice de la oligarquía colombiana y toda su onerosa carga de guerrerismo, mientras se continúa además propalando la demeritada tesis del fin del fin de la insurgencia armada en Colombia.

Las muertes de nuestros camaradas, sin dudas, suman dolores que estremecen el alma, pero que al mismo tiempo generan fuerza moral superior que nos impulsa con mayor determinación a seguir adelante.

Por ello, reiteramos, que en la historia de las FARC, las adversidades no detuvieron nunca la lucha ni la detendrán. Así ha sido y así seguirá siendo, con la convicción absoluta en la victoria.
¡

Comandante Raúl Reyes, presente!
¡Comandante Iván Ríos, presente!
¡Hemos jurado vencer y venceremos!







NI UN MINUTO DE SILENCIO
TODA UNA VIDA DE COMBATE

En memoria del Comandante Jorge Briceño y todos nuestros camaradas que han partido tras la luz de la utopía.

Por Jesús Santrich
Integrante del Estado Mayor Central de las FARC

“La historia no hace nada a medias y atraviesa muchas fases cuando quiere conducir una vieja forma social a la tumba…”
Karl Marx
Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1844.
Muchas veces tuvo que haber visto nacer el alba mientras se embelesaba contemplando el firmamento sembrado de estrellas; muchas veces tuvo que haber contemplado manojos de silvestres loros retando las tormentas. Y, ¿cuántas veces sentimos su mirada escrutadora escarbando en los luceros las rutas ciertas del mañana? ¿No nos preguntábamos, acaso, como hacía para encontrar con tanto sencillo acierto las trazas necesarias de lo emancipante concreto?
Guardián incansable del sagrado vientre de la tierra, hermano del monte, amigo del viento, guerrero de lluvia con lanzas de sol y flechas de tempestad entre sus manos; él solía interpretar la jerga húmeda del bosque para llenar de fe la conciencia rebelde de los oprimidos.
Hendida la historia por la tormenta, su cuerpo se vierte sobre la aurora y en forma de amor se extiende sobre las cosas.

La década muere adolorida, pero el grito de guerra del pueblo sufrido emerge en vindicta por el gladiador caído. Entonces, el mal presagio se disipa, al sentirse la manigua sonriendo en verde su esperanza, porque nunca un pueblo tuvo un salvador diferente a sí mismo; es decir, al universo colectivo de sus mejores hijos.
Confiamos a la selva, el fuego nuestro que detenga el caos, elevando hasta el eterno el resplandor creciente del ideal. Los anaqueles de la floresta resguardan su imagen de luz contra el ocaso.
Para un hombre que tuvo el valor de morir sin doblegarse, en una muerte que no es quietud y polvo sino simiente vegetal de los sueños justicieros; para un jaguar de azul celeste y verdor de fronda en el invierno; austero en todo menos en coraje y entrega por su pueblo, es decoroso partir entre la pólvora, como entre la pólvora se ha ido sólo para quedarse en la voz de las horas que derrama el tiempo.
Entre tanto, a las puertas de su gloria, las moles firmes del guardián andino, velan armadas la amada semilla de su humanidad caída; una estampida de sueños desata las riendas de la pólvora encendida: canto épico de la jungla, poemas de acero lanzando el verbo de sus balas y el sigilo de la ira incendiaria, combativa, asaltando con su fuego las feroces hordas del averno.
Ellos, ordenan su extinción, condenando sus restos al fondo melancólico de una fosa inaudita, lanzando su honor al pútrido fango de las mentiras… Pero, ¿qué maligna fuerza puede abatir por siempre la férrea dimensión de la verdad erguida?

Así, entonces, en el tumulto del amor encuentran el retorno nuestros muertos: un sepulcro de luna, un sarcófago de estrellas, un ara de ternura en el panteón del corazón y en la montaña, se eleva para cada combatiente que parte tras la luz de la utopía.
En lo extenso de los cielos, en la dimensión del día, en el socavón de la noche y en las cavernas de las sombras, aún ante las garras de la muerte, ante la evidencia del estruendo aleve, innúmeros serán los días de la evocación para los nuestros, en su larga marcha admirable hacia los intersticios del origen, hacia el regazo de la memoria, hacia las radículas del agua…; para elevarse cónsonos en las espigas del viento, o estirarse en la historia, aferrados a los largos dedos del destino con un haz de tempestades en el alma y un escudo de luna y hojalatas de niebla, y más coros de balas, de pájaros y bestias…; más coros de lianas, de robles y de insectos, agitando las brasas encendidas del rojo deseo de la leyenda guerrillera.
Entre revolucionarios, si la llama de la sangre se enciende en el pecho y el fugaz fantasma de la vida se vuelve adiós de caracolas, no hay voces fúnebres de sueños vencidos que le den cimiento al fósil del olvido, porque donde caen, los que luchan, con la magia de su propio ejemplo se elevan resplandecidos, alargando la aurora desde la alabanza del ayer dormido.

En él, los diluvios de la gloria derriban con creces la muerte ociosa.
Por eso, mientras el pueblo humilde lo quería y admiraba, ellos, los oligarcas, le temían y odiaban.
Querían sus enemigos, que son los enemigos del pueblo, verlo muerto y destruida su imagen, su memoria, su siembra.
Para los oligarcas, Jorge Briceño era un campesino ignorante, al que detestaban porque no era de su clase y sobre todo porque desde las pobrerías se había levantado en armas como un guerrillero de las FARC, del ejército del pueblo, encumbrándose como símbolo de rebeldía y dignidad contra el pestilente orden de injusticias que reina en Colombia, impuesto por los capitalistas y sucios elementos apátridas que sirven a los intereses de las transnacionales extranjeras.
Quizás no les parecía simpático, además. Pero bueno, eso sería lo de menos. Lo esencial es que era su opositor peleando del lado de los amplios y mayoritarios sectores sociales empobrecidos, que tanto claman por sus derechos en nuestro desangrado país.
Como hombre pobre e inconforme, convertido en magnífico revolucionario conductor de la lucha contra los opresores, tenía las características perfectas para generar el aborrecimiento absoluto de los portentosos "dueños" del país. Habrían querido eliminarlo hace muchos años, creyendo que en él radicaba la fuerza fundamental de ese ingente colectivo insurgente que él había ayudado a forjar. Pero, no; lo peor para ellos es que el Mono se les había convertido en un imbatible partisano, en un ejemplo para el pueblo sobre cómo hay que enfrentar los oprobios de los oligarcas con dignidad.
Qué gran militante era el mono, que gran guerrillero, que gran comunista, que gran revolucionario. Con sencillas palabras era capaz de enervar a sus perseguidores y a los enemigos todos de los explotados y de las FARC; pues su verbo concreto y sencillo, era enseñanza directa para los marginados y vilipendiados; cada orientación y consigna era ruta para la organización y la enseñanza, para la resistencia y la construcción de poder entre las pobrerías.
Ahora bien, sin exagerar habría que reflexionar en que la utilización de todos esos procedimientos de barbarie destinados para realizar un ataque sobre un campamento guerrillero, no tienen que ver solamente con la destrucción ni de un hombre como tal, ni de la particular organización revolucionaria a la que pertenece. Los procedimientos burdos y morbosos de la acción criminal que emplearon para asesinarlo a él y a 9 de sus camaradas, y luego la manera en que emprendieron la difusión noticiosa ensañándose contra su imagen, engranan perfectamente, como práctica, en lo que podría ser la mentalidad de una oligarquía decadente, subordinada al abominable desenvolvimiento de un imperio en crisis, cuya civilización colapsa ineluctablemente, poniendo en peligro el destino mismo de la humanidad.
Utilizada la ciencia y la técnica en la pérfida empresa de crear inconmensurables armas para matar, inverosímiles factores de alienación y chantaje, inimaginables fuerzas de destrucción que depredan la naturaleza y el equilibrio ambiental, los revolucionarios son vistos por los explotadores como su antítesis, como la amenaza a sus deseos mezquinos, sencillamente porque bien saben que con rebeldía creadora y profundamente humana, se está dispuesto a emprender la emancipación y reconstrucción radical de la sociedad, en manera tal que se proscriba para siempre la sumisión, el servilismo, la venalidad y las injusticias criminales que laceran al pueblo.
Pero los hombres y mujeres revolucionarios, de la condición incorruptible de Jorge Briceño, por ser enemigos de la explotación y la hegemonía imperial, serán perseguidos por los lacayos de la reacción; y esta persecución será a muerte, porque bien saben los monstruos incubados en el cieno del sórdido capital, que el revolucionario verdadero, el que no juega con los principios, jamás abandona sus valores espirituales, ni su compromiso altruista con la humanidad.
De tal condición era Jorge, cuyo nombre antes de ingresar a las filas insurgentes era Víctor Julio Suárez Rojas. Y aunque mucho se especula sobre el lugar de su nacimiento, lo concreto es que con su gran sentido del humor, alguna vez escribió al comandante Iván Márquez para cerrar uno de sus tantos mensajes: "Cordialmente Víctor Julio Suárez Rojas, y si necesita esa partida de bautismo, mándela a sacar de la iglesia de Icononzo (Tolima), que está pasando el río Sumapaz, al frente de Pandi (Cundinamarca)", y agregó con chispa de jovialidad que "firmo con parte de mi nombre y enseguida lo comienzo a escuchar por radio, televisión y prensa; ¡qué vaina!, eso significa que me robaron porque hace rato pagué para que me borraran de esos registros".



Tenía 57 años al momento de su muerte. Sus padres también habían sido luchadores campesinos; como agraristas del Sumapaz estuvieron ligados desde siempre a las luchas de las empobrecidas masas de ese sector en el que por tanto tiempo resonó el nombre de otro insigne luchador comunista: Juan de la Cruz Varela. Así, su condición de revolucionario no le viene de la nada. Era hechura del entorno de lucha en el que creció desde los tiempos en que a su familia le tocó enfrentar, como parte del pueblo oprimido, los desmanes del dictador Gustavo Rojas Pinilla, quien con las tropas mismas que venían de la odiosa guerra imperialista contra
Corea, atacó los territorios de Sumapaz y Villarrica en el oriente del
Tolima.
Mucho le tocó lidiar en el seno de su familia humilde, que como muchas otras se vieron obligadas a trashumar en las montañas para sobrevivir y finalmente establecer la resistencia en los históricos comandos comunistas de autodefensa armada que estuvieron activos después del ataque a Villarrica, en territorios de El Pato y Guayabero. Estos comandos integrados en gran medida por los campesinos que tuvieron que hacer el quite a la muerte en La Cortina de la Resistencia de Villarrica, conducidos por el Comandante José Alfonso Castañeda (el comandante Richard) en el campo de batalla y luego en la retirada por la cordillera Oriental, en lo que sería el desplazamiento de la Segunda Columna de
Marcha que tomaría rumbo sur hacia la mesa selvática de Galilea, entre los límites de Huila con el Meta. Una vez lograron estabilizarse y darle respiro a los centenares de hombres, mujeres y niños que viajaban con la autodefensa armada, Richard se movilizó con el pequeño grupo que desarrollaría el trabajo organizativo en el Ariari, El Pato y Guayabero.

Estos, junto a los comandos comunistas armados de Riochiquito y
Marquetalia, fundados por el legendario Jacobo Prías y el imbatible
Manuel Marulanda Vélez, después de la desintegración del campamento del Davis y el rompimiento de la alianza de resistencia con los liberales, serían los semilleros de la lucha insurgente que dio origen a las FARCEP.
Sus aliados tácticos de entonces, como lo eran los Loaysa y José
María Oviedo (Mariachi), entre otros, que se hacían llamar "Liberales
Limpios" para diferenciarse de los que ellos llamaban "comunes" por su afinidad con los comunistas, tomarían el rumbo paramilitar a favor de las actividades de guerra sucia del gobierno.
En ese trasegar de la resistencia agrarista y patriótica de los comunistas, Jorge Briceño aprendió de la vida todos los trucos de los perseguidos que han tomado la determinación de enfrentar al régimen. Poco a poco fue asimilando desde lo más elemental de la escritura y la lectura, entre campamento y campamento, hasta lo más esencial de la guerra de guerrillas, observando y conviviendo con los guerrilleros, quienes de manera cariñosa le llamaban El Mono, haciendo alusión a su tez blanca y cabello un poco rubio.

Especialmente observando y aprendiendo de Manuel Marulanda y de Jacobo Arenas, insignes formadores de dirigentes revolucionarios, cualificó su condición de combatiente, adquirió el habito de la lectura, se formó como marxista y bolivariano y con sus hechos y su buen ejemplo, se convirtió en un comandante guerrillero de magníficas calidades, cuya condición más importante era el sentido de lo colectivo en la dirección de los aspectos políticos y militares de la organización.
La fraternidad y la camaradería era el ambiente que florecía en sus campamentos, la confianza para opinar y controvertir dentro de los cánones del centralismo democrático que rige la disciplina fariana y siempre en el sendero de la crítica y la autocrítica, eran los rumbos del colectivo que rodeaba a Jorge. La semblanza que con motivo de su partida elaboró el Secretariado de las FARC para enaltecerlo a él como uno de sus más sencillos y abnegados integrantes, habla sucinta pero claramente de su condición de revolucionario intachable.

Pero siempre se podrá decir más sobre sus cualidades: cuánta tenacidad y arrojo prodigaba; como combatiente o conductor había participado en centenares de batallas, difundiendo un ejemplo muy elevado de disciplina, audacia y respeto por el enemigo. Así, cuando como consecuencia del golpe del destino que le quitó la vida, los asesinos que lanzaron 7 mil kilogramos de explosivo letal sobre su cuartel de la montaña le creyeron vencido, derrotado y aún su imagen sepultada bajo el terror aleve de las hordas mediáticas que vilipendian su memoria sin cesar, el Comandante Jorge Briseño les ha reaparecido creciente, ingente, como una legión de valientes en las voces de los oprimidos que le reverencian, en los puños del pueblo en armas multiplicado en dignidad y en convencimiento absoluto por la causa a la que entregó su vida. Miles de guerrilleros le han dicho presente haciendo tronar sus fusiles contra el régimen opresor. De oriente a occidente, de norte a sur, cada Bloque de las FARC-EP ha entregado sus partes de victoria en esta rápida campaña de homenaje que hemos denominado JORGE BRICEÑO VIVE, la cual contribuyó con creces a elevar los resultados de castigo que el Ejército del Pueblo causó a las tropas del régimen en el año 2010, y que suman 4371bajas entre muertos y heridos.
La caída de Jorge en las montañas, ha desbordado sin duda el coraje, las ganas de la justa vindicta, el deseo de emularle, el recuerdo de lo que fue su vitalidad avasallante, el deseo de tanto combatiente queriendo ser como él para así rendirle homenaje a la causa noble y altruista que encarnaba.

Sabemos en lo que andamos, los riesgos y sacrificios que implica una lucha revolucionaria al lado de los desposeídos. Por eso asumimos que cualquier padecimiento sería poco frente a lo mucho que merecen los pueblos en función de sus reivindicaciones. Por ello nuestros dolores no son ni serán jamás de lamentaciones; tampoco de conformidad o tolerancia, pues para los farianos la resignación es como una enfermedad del alma. Nuestro luto es de combate. Así que los guerrilleros en todos los campamentos le han rendido tributo a Jorge y a cada uno de nuestros muertos desbordando audacia contra el enemigo y desbordando, además, amor y más amor en cantos, poesías, palabras sentidas…, que quisieran definir el heroísmo y la abnegación de ellos, en significados que fluyen hacia la excelsa idea de la justicia y la emancipación para los vilipendiados y explotados.



En homenaje póstumo al coloso de la Macarena, El Bloque Oriental que comandaba al lado de un aguerrido Estado Mayor de inclaudicables, ha pasado a llamarse Bloque Comandante Jorge Briceño, y su mensaje lanzado pocos días antes de su muerte, ahora es consigna que retumba como convicción desde el campo y las barriadas humildes de Colombia: ¡Nacimos para vencer y no para ser vencidos! Y no se trata ello de un vano convencimiento fundado en la idea de la predestinación como clave de la salvación del hombre, no. No se trata de una confianza inerte en cuanto a que tenemos la fe de haber sido o de que seremos elegidos porque creemos estar actuando dignamente, no. No es dable que el comandante Jorge pensara o se esperanzara en la "gracia de la elección divina". Nuestro Dios es el pueblo, sin duda alguna, y por ello nuestra fe radica en el convencimiento y credo en sus infinitas capacidades que nos permiten repetir con El Mono, nuestro querido Mono, que "¡somos pueblo y el pueblo es invencible!".
¿Apuntamos acaso a un determinismo religioso? NO. ¿Creemos acaso en que nuestra salvación vendrá de la "libérrima, eterna y omnipotente voluntad divina"?, ó, acaso ¿estamos pensando en un destino con determinismo natural de salvación? NO. Nuestro convencimiento bolivariano es que los pueblos se salvan a sí mismos y que nosotros, somos pueblo organizado en armas, que más temprano que tarde logrará sus pretensiones con la solidaridad de quienes en cada rincón del mundo luchan por la libertad humana en dignidad. Sin creer que sea la lucha contra los explotadores el "pecado" que nos condenará. Nuestra única salvación está en la confianza que tenemos en las inagotables potencialidades revolucionarias de los miles de millones de miserables del mundo, en esa enorme masa de sufrientes que crece como negación del sistema porque ese sistema los niega como seres humanos.

En términos de Marx, con la confianza en que es ingente la fuerza liberadora de la humanidad sufriente que piensa y de la humanidad pensante que sufre como propia la opresión ajena; con certezas en cuanto a que la rebelión de los oprimidos ha de ser, su marcha necesaria hacia una sociedad universal sin clases y sin Estado se presiente; es decir, con el vivo credo en la era del comunismo, es que marchamos sin pausa, convencidos de la victoria.

Sin abundar en relatos referidos a los combates victoriosos que protagonizó Jorge, sin hablar esencialmente de su innegable genio militar y de su loable empeño político por hacer posible el propósito socialista, podemos dar su dimensión diciendo que era un extraordinario cultor de las enseñanzas del comandante Manuel Marulanda Vélez, siempre apegado a la línea y a las orientaciones del Estado Mayor Central y su Secretariado, a los planes, a las ideas del colectivo, a la causa mayor del conjunto fariano, sin denotar individualismo ni sugerirlo siquiera por accidente. Esa era su fortaleza, su poder, o la magia que le hacían parecer invulnerable, imbatible, desbordando energía creadora que se desenvolvía sólo al lado y en función de todos los que le rodeaban queriéndole igualar.

Nadie puede negar que junto a él no era posible dejar de ser intrépido, denodado, incansable, fervoroso, intenso…, parte misma de su genio y de su ciclónica presencia a favor de la libertad. Pero, entre tanta cualidad, sencillamente Jorge, era un revolucionario de corazón, de cuerpo y alma, entregado a la causa sagrada de la Nueva Colombia, la Patria Grande y el socialismo. Nada para sí, siempre, siempre, pensando en los suyos y en el futuro del pueblo, en primer lugar.

Si le tocaba morir no podía ser sino en la trinchera, en la primera línea, al lado de sus guerreros, enhiesto en sus convicciones y decoro, erguido y sereno en la montaña…, sin importarle la perversidad del enemigo, sin pensar un instante en despertar compasión por los males del cuerpo que le aquejaban y pesaban como fardos de plomo sobre su existencia,

Más allá de la perfidia enemiga, es gloriosa su muerte, es heroico su sacrificio,… y un símbolo y divisa el valor de los valientes que con él cayeron; de los resistentes que por décadas han entregado su sangre y sus vidas para que florezcan los sueños de libertad. Pero qué difícil es hablar de cada uno de nuestros muertos, pues tanto y tanto hay que decir de cada cual que no habría palabras que puedan expresar lo que merecen. Cuántos que no estrecharon nuestras manos, cuántos respecto a quienes apenas dijimos alguna vez sus nombres, cuántos que sólo vimos de paso pero que aún así están en nuestras almas sembrados como semillas del pundonor, generándonos el mayor compromiso de abnegación por sus sueños.

Tantas y tantos que tenían en sus almas la magia inmaculada y generosa del amor al prójimo, el aliento superior de su decisión de entregarlo todo por la causa de los pobres…, y que por ello ganan los corazones más agradecidos del pueblo y el mérito de recibir su admiración.
Al hablar del Mono y de nuestros muertos, los pensamientos se elevan hasta el cenit de la grandeza que entraña el sacrificio de cada camarada caído en cada lugar de la patria donde hunde sus raíces la memoria de esta larga lucha, haciendo florecer la certidumbre que nos mantiene en la batalla dispuestos a entregarlo también todo por la libertad, o por un poco de esperanza para los oprimidos.



Por eso, en estas palabras que inspira Jorge, por todos los caídos en la lucha es que expresamos nuestros más altos sentimientos y nuestro compromiso de llevar adelante sus ideas. Y a quienes por temor a los victimarios, o engañados por las avalanchas de mentiras que el régimen vierte sobre las obras de los revolucionarios, deciden tomar distancia y hasta sumarse a las acechanzas de los vilipendios, simplemente como se hace con la maraña de la selva que no se quiere maltratar, la apartamos del camino con la esperanza de que un día, cuando a ellos llegue el sol de la verdad, se conviertan en el abrigo también de estos sueños de patria digna que albergamos.

Quienes le conocimos al Mono personalmente o por sus historias formidables de lautárico guerrero y conductor político; quienes le sentimos a él y la vívida flama de cada guerrillero abatido, les llevaremos en nuestros corazones, ahora más que nunca, recordando su resplandor de comunistas. En el basalto de la memoria colectiva estará inscrita la leyenda de cada combatiente valeroso, de cada camarada indoblegable…, de cada hijo de este pueblo aguerrido.
Reiteremos que testimonio debe quedar, entonces, en esta hora de luto combativo, cuando la tristeza emerge como plomo y metralla de la justa guerra victoriosa, que se ha hecho sentir la emoción de millares de combatientes en las aulas guerrilleras y en centenares de puntos de Colombia; en unos lados recordando la obra del Comandante abatido, manando el todo como un ferviente orfeón patrio hecho por una enorme masa bolivariana de partisanos y militantes, que espontáneamente han homenajeando a Jorge, y junto a él a nuestros muertos, desbordando admiración y cariño, haciendo fluir la poesía, la prosa cotidiana y el canto, agigantando en cada corazón la determinación de continuar adelante hasta triunfar. Y en muchos otros lugares, con más entusiasmo que ayer, con más exaltación que antes, con crecientes de arrojo y valor, accionando los fusiles y morteros, la osadía y el temple de la guerra de guerrillas móvil.

Entonces surge un gran convencimiento en cuanto a que ha sido inmensa la herencia de nuestros muertos, esa herencia del pundonor desbordado en el deber que con convicción nos imponemos más allá de las ardidas consignas, pensando -en términos de Bolívar-, en que nada nos detendrá si el pueblo nos ama; nada nos detendrá porque sabemos que es el futuro de la humanidad lo que está en juego en cada rincón del mundo donde se enfrenta a las oligarquías y al imperialismo. Y ¿qué mayor humanismo que aquel que implica la entrega plena a la causa de los pobres rubricando el compromiso con la sangre propia?, sin titubear frente a la descomunal máquina bélica del decadente imperialismo en crisis estructural. En tal sentido, ¿qué mayor humanismo que aquel que se conjuga siguiendo la enseña de Manuel Marulanda, de Bolívar, del Che; es decir, por ejemplo, siguiendo a Jorge en su cotidiana práctica del pensamiento de Ernesto Guevara: "En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ése, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria".

Y así estamos entonces, empuñando las armas, más allá de las críticas de los engañados, de los distraídos y de los mal intencionados que nos piden que tomemos el camino del desarme. Con todo el amor que podemos prodigar a los oprimidos, en pro del comunismo, en pos de la emancipación humana, hasta en medio del luto combativo alzando la bandera de la solidaridad y del internacionalismo…; de la comunión de los explotados, de la dignidad del ofendido.

¡Por nuestros muertos ni un minuto de silencio, toda una vida de combate!
¡Nacimos para vencer y no para ser vencidos!
¡Viva la memoria del Comandante Jorge Briceño!



Martín Caballero






Los datos del conflicto
Iván Márquez
Integrante del Secretariado de las FARC
Con datos fabricados fundamentalmente a partir de la visión del Ministerio de Defensa Nacional, la Corporación Nuevo
Arco Iris ha divulgado su Informe de Seguridad y Conflicto
Armado 2010 bajo el título Balance de las FARC después de
"Jojoy" y los Nuevos carteles del narcotráfico.

Sobre la base de un análisis precario y parcializado, no es posible una medición objetiva que permita dimensionar el grado de escalamiento del conflicto armado en Colombia. El título del informe parece salido de una fábrica de desinformación y de manipulación de la opinión. Nada tiene que ver el balance de las FARC después de la caída del comandante Jorge Briceño, con los nuevos carteles del narcotráfico. La mala intención manifiesta no hace más que meter una interferencia, un ruido perverso a un análisis que debe ser objetivo porque toca un tema incrustado desde hace años en el alma de los colombianos: el de la guerra y la paz, la búsqueda de una solución política.

El conflicto armado no se da en el aire, ni por prurito; obedece a una causa social, no mencionada -ni siquiera tangencialmente- en el informe de la Corporación. Una investigación de la Universidad Nacional establece que cerca del 70% de los colombianos viven en la pobreza y la miseria. El desempleo, sumado al sub-empleo (empleo informal o precario) alcanza el 50%. Según organismos como el DNP y el CINEP el desplazamiento forzoso se cuantifica en 4 millones 600 mil campesinos. En ninguna parte del informe se alude a las víctimas civiles de los "falsos positivos" ni a fosas comunes como la de la Macarena… Estos son, también, datos de la guerra, pero, por alguna turbia razón, se ignoran o no se asimilan en el informe como resultados del accionar del Estado. Sin duda, se trata de un informe tuerto y cómplice destinado a asperjar incienso santificador sobre la criminal política de seguridad del Estado.

"Es difícil de creer -dice la Corporación Nuevo Arco Iris: las bajas de la Fuerza Pública, entre muertos y heridos, en el año 2010, pueden llegar a 2.500". Fallaron abrumadoramente en su prospección. El total de bajas fue de 4.371, incluidos 72 oficiales. Pero en realidad las bajas pueden ser mayores porque las FARC no contabilizan en su data los SDR (Se Desconocen Resultados) con los que cierran muchos de sus partes militares. Y no se incluyen porque no se pudo constatar qué ocurrió. Los combatientes farianos sólo pudieron observar la evacuación de los caídos en los innumerables vuelos de los helicópteros Black Hawk.

Las 4.371 bajas sufridas por la Fuerza Pública, estan distribuidas de la siguiente manera: 2.078 muertos, 2.242 heridos y 21 desaparecidos, una cifra mucho mayor que las bajas causadas por la resistencia a las tropas de los Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán (2.000 muertos, según Radio Habana), lo cual da una idea más objetiva de la intensidad de la guerra que se libra en Colombia. A estos resultados, las FARC agregan 75 helicópteros averiados, uno derribado, 19 avionetas y un avión, impactados, 2 barcos y 11 lanchas artilladas batidas por el fuego rebelde.

Los datos de las FARC sobre los resultados de la confrontación armada en Colombia durante el 2010 se complementan con el parte general adjunto (de 162 folios) en el que se detallan fecha y lugar de las acciones bélicas.

Nunca un "post-conflicto" ha sido tan conflictivo. Desde luego la realidad descrita en los partes militares de las FARC, deja sin piso la fábula oficial del fin del fin de la guerrilla y justifica cualquier esfuerzo dirigido a una solución política, como ahora lo proponen los mismos gringos para Afganistán.

La Corporación Nuevo Arco Iris adolece de fallas estructurales en su análisis: mide la guerra de guerrillas con el rasero de la guerra regular; convierte en oráculo infalible la información privilegiada que obtiene de la Sala Situacional del Ejército, de la que participa periódicamente; profesa un culto exagerado al fetiche de los números, pretendiendo explicar con ellos fenómenos sociales cuyas motivaciones van más allá de la matemática.

Ariel Fernando Ávila, investigador del observatorio del conflicto armado de la Corporación Nuevo Arco Iris presenta una visión plagada de análisis y conclusiones precipitadas que sólo sirven de estímulo a un triunfalismo tonto, que en nada ayuda a buscar objetivamente una solución. La aseveración de que la muerte del comandante Jorge Briceño significa la derrota del Bloque Oriental y el fin de una era de guerra de las FARC, es algo absolutamente descabellado.

Expresa una ignorancia total del funcionamiento interno de las FARC. El mencionado investigador no sabe qué es el Nuevo Modo de Operar y asombrosamente dice que es una modalidad adoptada por las FARC en 1995. En realidad el Nuevo Modo de Operar fue una directriz emanada de la VII Conferencia de las FARC, que tuvo lugar en la región de El Duda en 1982. Para rematar el investigador da rienda suelta a la fantasía y le da vida a un inexistente "Plan 2010", cuya autoría atribuye a la comandancia guerrillera. Con descaches tan garrafales cualquier prospectiva que se intente sobre el conflicto carece de seriedad.

De manera reiterada se ha venido hablando últimamente de la superioridad aérea del Estado, pero nos preguntamos con base en qué referente, si las FARC no tienen Fuerza Aérea.
Lo que sí tienen, es un derecho inalienable a la legítima defensa. Sin duda el Estado ostenta una gran superioridad de medios y recursos para la guerra, pagados con soberanía patria al gobierno de los Estados Unidos. El Plan Patriota, por ejemplo, es dirigido por oficiales del South Command desde la base de Larandia en el Caquetá. Colombia es el tercer país receptor de "ayuda" norteamericana en el mundo.

16 mil millones de dólares ha invertido Washington en el
Plan Colombia…, pero no ganan la guerra. Algo está pasando: el gobierno de Colombia dispone de un pie de fuerza cercano a 500 mil hombres, tecnología militar de punta…, pero no gana la guerra. Tal vez hace falta colocar en la balanza la integridad moral del combatiente fariano, su lealtad a la causa de los pobres, a la patria, el amor del pueblo y el fuego bolivariano que tremola en su plataforma de lucha.

Las políticas y los planes de guerra que ejecuta el Estado colombiano expresan un reconocimiento tácito de la existencia de una fuerza beligerante en oposición, con incuestionable apoyo popular.

Surgió de la entraña popular
De la Colombia rural, profunda
Campesino como nosotros
Humilde como nosotros;
Nació silvestre y libre,
Rebelde fue creciendo,
En la geografía poblada de leyendas
De historias guerrilleras
De Manuel Marulanda Vélez
Que pasaba por las noches
Arropado en la niebla
Con la Patria Nueva…
¡Jojoy! ¿Y quienes son ellos?
Pregunto el muchacho
De inquieta mirada
Tormenta a punto de estallar envuelta en su ruana…
Pero volvieron
Con la brisa fresca de los frailejones;
Y los vio entre relámpagos
De fuego y oro
Del fogón del hogar,
Fantasmagóricos adalies
Flotando en la atmósfera sagrada fraternal
Del café colorado
Husmeo sus huellas
Y supo que venían de Ceilán,
De Genova Quindío,
Y del sur del Tolima
Del cuartel del Deivis,
Con el canto del Cambrin
Con el murmullo
Del Río Chiquito en los guijarros,
Y la pólvora de Marquetalia
Y la carcajada de Jacobo.
Se fue con ellos

Domino las cordilleras
Los cañones profundos;
Paso por playones extraviados…
Fue viento raudo y gélido del páramo
Y aire calido en las Vagas del Magdalena;
En el Cauca fundió su ser
Con el anhelo de los indios y negros,
Y en el Caguan fue selva y Río
Estatua guerrillera en creciente
Sol en la llanura sin fin
Agua en los morichales,
Y en la serranía de la Macarena ascendió a los cielos
La Oligarquía se fijo en el
Y contra el dirigió su fuego
Cargado de odio, de sordo rencor
Pero el pueblo lo atrinchero en su corazón
Y la euforia “JOJOY”
Palpito en el pecho herido de los pobres.
El mejor oficial de Manuel
El más eficaz de sus generales
Recio huracán desafiando tiranías
Héroe de la libertad y la justicia…
Ángel armado de la Nueva Colombia
La Patria grande y el Socialismo
Fue Jorge, el mono Jojoy, querido por su pueblo,
Amado por su tropa…
Sigue avanzando hacia la capital Jorge
Con el fuego ascendente del amor
De Bolívar y del CHE
Y la certera estrategia de Manuel.
Que suene ese corrido,
Que cantaba El Mono
En la ofensiva que sube a Bogota
En el puño de los insurrectos
Hasta siempre Comandante
Hasta siempre Hermano, hasta siempre
Nacimos para Vencer


Camaradas
Amigas y Amigos

Como una necesidad de difundir el mensaje “Fariano” es que hemos publicado este material de Pedro Alcántara en Homenaje a Manuel Marulanda Vélez y en su nombre a todas y todos los guerrilleros Caídos en estos años de guerra interna que vive Colombia desde ya mas de 60 Años.
Intentamos solo entregar este documento sin alterarlo en lo mas mínimo para que quien lo tenga en sus manos conozca de primera fuente el pensamiento, las ideas y los motivos de este Ejercito Bolivariano que regando el suelo Colombiano con la sangre de sus mejores hijos construye “LA NUEVA COLOMBIA”

ADEMAS QUEREMOS QUE SIRVA COMO UNA FORMA DE SALUDAR EL PROXIMO 47 ANIVERSARIO DE LAS FARC-EP
CON LA PUBLICACION DE ESTE Y OTROS DOCUMENTOS QUEREMOS DECIRLE A LAS FARC-EP QUE LAS Y LOS RODRIGUISTAS AGRUPADOS EN EL MOVIMIENTO PATRIOTICO MANUEL RODRIGUEZ COMPRENDEMOS Y NOS IDENTIFICAMOS CON SUS LUCHAS Y ESPERTAMOS SER UN APORTE A LA LUCHA CONTINENTAL EN CONTRA DEL IMPERIALISMO Y LAS OLIGARQUIAS QUE NOS GOBIERNAN

SALUDOS CAMARADAS Y
¡CON BOLIVAR Y MANUEL, CONTRA EL IMPERIALISMO, POR LA PATRIA GRANDE LIBRE Y SOBERANA!

Unidad “Mauricio Gómez Lira”
MPMR



Santiago. Mayo 2011

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Voy Tras la huella que un día Marulanda desde Marquetalia luchando trazo, quiero seguir sus pasos ser Hombre nuevo, en el combate ser el primero, peleando siempre por la verdad.