Con datos fabricados fundamentalmente
a partir de la visión del Ministerio de
Defensa Nacional, la Corporación
Nuevo Arco Iris ha divulgado su Informe de
Seguridad y Conflicto Armado 2010 bajo el
título Balance de las FARC después de “Jojoy”
y los Nuevos carteles del narcotráfico.
Sobre la base de un análisis precario y parcializado,
no es posible una medición objetiva que
permita dimensionar el grado de escalamiento
del conflicto armado en Colombia. El título del
informe parece salido de una fábrica de desinformación
y de manipulación de la opinión.
Nada tiene que ver el balance de las FARC
después de la caída del comandante Jorge
Briceño, con los nuevos carteles del narcotráfico.
La mala intención manifiesta no hace más
que meter una interferencia, un ruido perverso
a un análisis que debe ser objetivo porque
toca un tema incrustado desde hace años en
el alma de los colombianos: el de la guerra y la
paz, la búsqueda de una solución política.
El conflicto armado no se da en el aire, ni por
prurito; obedece a una causa social, no mencionada
-ni siquiera tangencialmente- en el
informe de la Corporación. Una investigación
de la Universidad Nacional establece que
cerca del 70% de los colombianos viven en la
pobreza y la miseria. El desempleo, sumado
al sub-empleo (empleo informal o precario)
alcanza el 50%. Según organismos como el
DNP y el CINEP el desplazamiento forzoso se
cuantifica en 4 millones 600 mil campesinos.
En ninguna parte del informe se alude a las víctimas
civiles de los “falsos positivos” ni a fosas
comunes como la de la Macarena… Estos son,
también, datos de la guerra, pero, por alguna
turbia razón, se ignoran o no se asimilan en
el informe como resultados del accionar del
Estado. Sin duda, se trata de un informe tuerto
y cómplice destinado a asperjar incienso santificador
sobre la criminal política de seguridad
del Estado.
“Es difícil de creer -dice la Corporación Nuevo
Arco Iris: las bajas de la Fuerza Pública, entre
muertos y heridos, en el año 2010, pueden
llegar a 2.500”. Fallaron abrumadoramente en
su prospección. El total de bajas fue de 4.371,
incluidos 72 oficiales. Pero en realidad las bajas
pueden ser mayores porque las FARC no contabilizan
en su data los SDR (Se Desconocen
Resultados) con los que cierran muchos de sus
partes militares. Y no se incluyen porque no se
pudo constatar qué ocurrió. Los combatientes
farianos sólo pudieron observar la evacuación
de los caídos en los innumerables vuelos de
los helicópteros Black Hawk.
Las 4.371 bajas sufridas por la Fuerza Pública,
están distribuidas de la siguiente manera:
2.078 muertos, 2.242 heridos y 21 desapare-
Los datos del conflicto
FARC-EP 3
editorial
cidos, una cifra mucho mayor que las bajas
causadas por la resistencia a las tropas de los
Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán
(2.000 muertos, según Radio Habana), lo cual
da una idea más objetiva de la intensidad de
la guerra que se libra en Colombia. A estos
resultados, las FARC agregan 75 helicópteros
averiados, uno derribado, 19 avionetas y un
avión, impactados, 2 barcos y 11 lanchas artilladas
batidas por el fuego rebelde.
Los datos de las FARC sobre los resultados de
la confrontación armada en Colombia durante
el 2010 se complementan con el parte general
(que se encuentra publicado en la página www.
resistencia-colombia.org) de 162 folios en el
que se detallan fecha y lugar de las acciones
bélicas.
Nunca un “post-conflicto” ha sido tan conflictivo.
Desde luego la realidad descrita en los
partes militares de las FARC, deja sin piso la
fábula oficial del fin del fin de la guerrilla y justifica
cualquier esfuerzo dirigido a una solución
política, como ahora lo proponen los mismos
gringos para Afganistán.
La Corporación Nuevo Arco Iris adolece de
fallas estructurales en su análisis: mide la
guerra de guerrillas con el rasero de la guerra
regular; convierte en oráculo infalible la información
privilegiada que obtiene de la Sala
Situacional del Ejército, de la que participa
periódicamente; profesa un culto exagerado al
fetiche de los números, pretendiendo explicar
con ellos fenómenos sociales cuyas motivaciones
van más allá de la matemática.
Ariel Fernando Ávila, investigador del observatorio
del conflicto armado de la Corporación
Nuevo Arco Iris presenta una visión plagada
de análisis y conclusiones precipitadas que
sólo sirven de estímulo a un triunfalismo tonto,
que en nada ayuda a buscar objetivamente
una solución. La aseveración de que la muerte
del comandante Jorge Briceño significa la
derrota del Bloque Oriental y el fin de una era
de guerra de las FARC, es algo absolutamente
descabellado. Expresa una ignorancia total del
funcionamiento interno de las FARC. El mencionado
investigador no sabe qué es el Nuevo
Modo de Operar y asombrosamente dice que
es una modalidad adoptada por las FARC en
1995. En realidad el Nuevo Modo de Operar
fue una directriz emanada de la VII Conferencia
de las FARC, que tuvo lugar en la región de El
Duda en 1982. Para rematar el investigador da
rienda suelta a la fantasía y le da vida a un
inexistente “Plan 2010”, cuya autoría atribuye
a la comandancia guerrillera. Con descaches
tan garrafales cualquier prospectiva que se
intente sobre el conflicto carece de seriedad.
De manera reiterada se ha venido hablando
últimamente de la superioridad aérea del
Estado, pero nos preguntamos con base en
qué referente, si las FARC no tienen Fuerza
Aérea. Lo que sí tienen, es un derecho inalienable
a la legítima defensa. Sin duda el Estado
ostenta una gran superioridad de medios y
recursos para la guerra, pagados con soberanía
patria al gobierno de los Estados Unidos.
El Plan Patriota, por ejemplo, es dirigido por
oficiales del South Command desde la base de
Larandia en el Caquetá. Colombia es el tercer
país receptor de “ayuda” norteamericana en el
mundo.
16 mil millones de dólares ha invertido Washington
en el Plan Colombia…, pero no ganan la guerra.
Algo está pasando: el gobierno de Colombia
dispone de un pie de fuerza cercano a 500 milhombres,
tecnología militar de punta…, pero no
gana la guerra.
Tal vez hace falta colocar en
la balanza la integridad moral
del combatientefariano, su
lealtad a la causa de los pobres,
a la patria, el amor del
pueblo y el fuego
bolivariano que tremola
en su plataforma de lucha .
Las políticas y los planes
de guerra que ejecuta
el Estado colombiano
expresan un reconocimiento
tácito de la
existencia de una
fuerza beligerante
en oposición, con
incuestionable apoyo
popular.
Iván Márquez,
Integrante del Secretariado
de las FARC-EP.
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